DIOS SE ACERCÓHebreos 4:16
¿Qué diferencia hizo Jesús? Tanto para Dios como para nosotros, hizo posible una intimidad que nunca antes había existido.
En el Antiguo Testamento, los israelitas que tocaron el arca sagrada del pacto cayeron muertos; pero las personas que tocaron a Jesús, el Hijo de Dios en carne, salieron sanados.
A los judíos que no pronunciaban ni siquiera deletreaban las letras en el nombre de Dios, Jesús les enseñó una nueva forma de dirigirse a Dios: Abba o "Papi". En Jesús, Dios se acercó.
Las Confesiones de Agustín describen cómo esta cercanía lo afectó. De la filosofía griega había aprendido acerca de un Dios perfecto, intemporal e incorruptible, pero no podía entender cómo una persona exagerada e indisciplinada como él podía relacionarse con ese Dios. Probó varias herejías del día y las encontró todas insatisfactorias, hasta que finalmente conoció al Jesús de los Evangelios, un puente entre los seres humanos comunes y un Dios perfecto.
El libro de Hebreos explora este sorprendente nuevo avance en la intimidad. Primero, el autor elabora lo que se requería solo para acercarse a Dios en los tiempos del Antiguo Testamento. Solo una vez al año, en el Día de la Expiación, Iom Kipur, podría una persona, el sumo sacerdote, entrar al Lugar Santísimo.
La ceremonia incluyó baños rituales, ropa especial y cinco sacrificios de animales separados; y aun así el sacerdote entró en el Lugar Santísimo con miedo. Llevaba campanas en su túnica y una soga alrededor de su tobillo para que si moría y las campanas dejaban de sonar, otros sacerdotes podrían sacar su cuerpo.
Hebreos dibuja el contraste vívido: ahora podemos "acercarnos al trono de la gracia con confianza", sin temor. Cargar valientemente en el Lugar Santísimo: ninguna imagen podría tener más valor para los lectores judíos.
Sin embargo, en el momento de la muerte de Jesús, una cortina gruesa dentro del templo literalmente se rasgó en dos, de arriba abajo, abriendo el Lugar Santísimo. Por lo tanto, concluye Hebreos: "Acerquémonos a Dios".
Jesús contribuye al menos con esto al problema de la decepción con Dios: gracias a él, podemos llegar a Dios directamente. No necesitamos un mediador humano, ya que Dios mismo se convirtió en uno.