“El dinero puede comprar cualquier cosa”, dice el rico, ¡pero no puede comprar la sabiduría!
El sabio admite que no lo sabe todo. ¡Sólo sé que no sé!, exclamó un sabio de la antigüedad. Se pueden adquirir muchos conocimientos en los libros o haciendo experimentos en un laboratorio, pero siempre hay – y habrá – algo nuevo que aprender.
Solo Dios lo sabe todo, y en su sabiduría mantiene muchas cosas ocultas a nuestras mentes. He aquí una palabra para los amigos de Job que creían que lo sabían todo acerca de su sufrimiento.
Muchas cosas nos dejan perplejos: acaso un accidente a un amigo, o la muerte de un colega. Trata de confiarlo a la sabiduría de Dios. ¡El sabe mejor!
El sabio admite que hay una cosa sola digna de ser conocida: “El temor del Señor”, y este es el principio de toda sabiduría. Cuando rendimos al Señor nuestra obediencia plena, volvemos la espalda al mal (Proverbios 16.6).
Pon primero a Dios, coloca toda tu confianza en él: éste es el secreto de la verdadera sabiduría. Esto no puede aprenderse en un libro, no se lo puede comprar; pero tenemos el privilegio de atesorarlo y seguirlo. El hombre sabio se entrega nuevamente cada día.
Para pensar. ¿En qué formas prácticas puede hoy en día afectar tu vida el versículo 28?
Oración. Señor, no sé lo que debo saber. No aplico lo que debo aplicar. Ayúdame, Señor, a saber vivir.