Fe Contra Obras
¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Romanos 3:27–28
Como seres humanos, queremos tener algo de lo cual sentirnos orgullosos. Queremos adjudicarnos el crédito de hacernos buenos. En el nuevo plan de Dios nunca habría ni nunca podría haber, crédito alguno adjudicado a los humanos. Jesús ya hizo todo lo necesario para que nosotros seamos justificados con Dios, ¡y todo lo que debemos hacer es creer!
Todo lo que recibimos de Dios es obtenido por fe, no por obras. Primero, tenemos que tener fe, y luego ciertamente hacer buenas obras, pero necesitamos tener en mente que esas “obras” no nos hacen obtener ningún favor en particular con Dios.
Debemos hacerlas con un motivo puro de corazón, ¡que es un deseo de dar no de obtener! Los creyentes en Cristo deberían estar burbujeando de vida. Deberían ser vivaces, animados, activos, energéticos, apacibles y llenos de gozo.
Creo con todo mi corazón, como resultado de mi propia experiencia—además de lo que he observado que otras personas han pasado—que un acercamiento equivocado a Dios evitará por completo este tipo de vivir lleno de vida.
Un acercamiento legalista o religioso roba la vida. No la nutre. Recuerde, Pablo dijo: “La letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6). Cuando seguimos al Espíritu nos sentimos vivos. Cuando seguimos la Ley, nos drena la vida.
La Iglesia de Jesucristo se supone debe ser gloriosa (Efesios 5:27). Recuerde, por supuesto, que la Iglesia está compuesta por miembros individuales. Cada uno de nosotros debería hacer la pregunta: “¿La gente querría lo que tengo al ver mi vida y mi actitud?”. ¡Debemos ser luz del mundo (Mateo 5:14), disfrutando la vida abundante que Jesús nos vino a dar, al máximo, hasta que rebose (Juan 10:10)!