Cuando la doctrina importa (30-32). Hasta tal punto la doctrina judaizante había inquietado y perturbado a los hermanos de Antioquía (24-25) que ahora Lucas insiste en decir que la carta del Concilio les trajo “consolación”.
El contenido de la fe no es cosa sin importancia. La vida brota de la doctrina y por ello debe importarnos hasta el punto de que los errores nos entristezcan y la verdad nos consuele.
Crecer en la sana doctrina. La labor de los apóstoles no se limitaba a evangelizar. Ellos no creían que “basta con la experiencia de conversión”. Se preocupan de enseñar y confirmar a los creyentes (35-36-41).
¿Estamos creciendo y fundamentándonos en la doctrina? ¿Qué hacemos a fin de ayudar a confirmar a nuestros hermanos más nuevos en la fe?
Unidad en la doctrina, variedad en la metodología (34-41). Lucas no nos cuenta sólo las cosas gratas de la iglesia primitiva. No pasa por alto un desacuerdo tan agudo como éste entre Pablo y Bernabé.
Tuvieron una clara divergencia en la apreciación de las cualidades de Marcos y, como extraña consecuencia, en lugar de un equipo misionero, se formaron dos.
Pablo y Bernabé prosiguieron por rutas diferentes y las relaciones entre Pablo y Marcos cambiaron con el tiempo (Colosenses 4.10). Pero notemos que el nuevo equipo recibe la encomendación de la iglesia.
Nada debe impedir que la tarea de evangelizar prosiga. Aquí yace un principio perfectamente aplicable hoy: en la doctrina debe haber unidad; en la metodología, libertad.
Oración. Señor, dame fidelidad en lo fundamental y elasticidad y apertura en mis métodos. Haz que los desacuerdos no nos impidan realizar la tarea que nos has asignado en tu Reino.