Pedro, como su Señor, fue tomado preso en Jerusalén en la época de la pascua. Después de ésta su Señor había resucitado. Asimismo fue después de otra pascua cuando Pedro fue librado de la muerte. ¡Gloria a nuestro Dios quien en esta vida libra a sus hijos y después de la muerte los resucitará!
¿Fue importante la iglesia para controlar la arbitrariedad de este Herodes? No, ni en aquel entonces, ni ahora. Siempre tiene una salida, un camino que le une con el brazo omnipotente de Dios. Es la oración.
La oración en sí no tiene ningún poder, es Dios, a quien oramos, el que trastorna los propósitos de los mandatarios opuestos a sus planes.
- Esta oración nació en la aflicción.
“¿Está alguno entre vosotros afligido?”, pregunta el apóstol Santiago en su carta (5:13). Su respuesta es sencilla: “Haga oración”. Antes de tomar cualquier otra medida, antes de buscar cualquier otro recurso, debemos recurrir a Dios. La única ayuda efectiva es la que él envía.
- La iglesia pedía a Dios lo humanamente posible.
Rodees tenía su plan hecho y la fecha fijada (4,6). La iglesia no creía en eso de buscar influencias ni en influir con dinero. Creía en Dios ¿Qué cosa sería más difícil para él: levantar a Jesús de la tumba, o a pedro de la cárcel?
- Dios respondió como sólo él sabe hacerlo.
Todo le obedece: el ángel, los soldados que dormían, Pedro, la guardia, y aun la puerta de hierro. Toda circunstancia en tu vida también está al servicio de este mismo Dios. ¿Lo crees?
Para meditar. Cuando la iglesia se encuentra en grandes aprietos, y ora, conoce a liberación de Dios. Esta viene ni tarde ni temprano sino justo en el momento preciso. Sin embargo, ¿debemos creer que Dios no nos escucha cuando no actúa “milagrosamente” como lo hizo aquí?
Oración. Amado Señor, enséñanos a orar siempre y no desmayar, a orar con expectativa e insistencia.