Juan 14.14 dice: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.
A veces, las personas interpretan esto como que cualquier petición que termine con las palabras “en el nombre de Jesús, amén”, será concedida automáticamente.
Sin embargo, basar nuestro concepto sobre la oración en un versículo aislado, puede llevar a un modo de pensar equivocado. También es importante tener presentes…
Nuestra comunión con Dios.
Para que el Señor escuche y responda nuestras oraciones, tenemos primero que ser salvos de nuestro pecado por medio de la sangre de Jesucristo.
Una vez que hayamos puesto nuestra fe en Él como Salvador, Dios nos escuchará solo si andamos en rectitud delante de Él. Como vimos ayer, Él entiende nuestra debilidad, y no espera perfección de nosotros. Pero si seguimos en el pecado, Él no nos oirá.