Job 38.1-11
Los sabios han usado todas sus ideas y conocimientos, y no han dado con la respuesta. Es como tratar de terminar un rompecabezas al que le falta la pieza principal, ¡y sólo Dios tiene esa pieza!
Tenemos, pues, aquí un capítulo lleno de preguntas, pero todas con la misma respuesta: Dios. La tierra, el mar, el cielo: todo lo creó él sin la ayuda de Job. El lo sabe todo, sin ayuda de Job ¡y de nosotros!
La respuesta de Dios, pues, es simplemente ésta: “oye, Job. Todo lo que acontece en este mundo acontece por mi causa.
No cae una gota de lluvia, ni un cuervo lleva alimento a su nidada, ni se rompe un huevo de avestruz, sino porque mi mano lo hace. Ahora bien, ¿estás tú preparado para confiar en mí con tu pequeña vida, o no?
Para pensar. Tú no eres el centro del universo, ni siquiera de tu pequeño universo. Eres parte de algo mucho, mucho más grande. Dios es capaz de gobernar toda su creación, incluyéndote a ti; ¿le dejarás hacerlo?
Uno de los secretos de la vida en Cristo es dejar hablar a Dios, dejarle hablar como él quiera, donde quiera, cuando quiera, por quien quiera.
Precisamos mucho del arte de saber escuchar a Dios. Pero sobre todo nos hace falta, al escucharle, hacer realidad en la vida aquello que de él escuchamos.
Para orar. Que no te envuelvas demasiado en ti mismo, sino que puedas ver que en Cristo, Dios tiene propósitos mucho más grandes, que incluyen al mundo entero.
Que tengas paciencia para escuchar a Dios, y al escucharle tengas coraje para actuar según lo escuchado.