Haz tu tarea con ganas.
En su libro "Puedes alcanzar la cima", comenta esta anécdota: "Cuando era joven y era empleado en una tienda de comestibles, conocí a un muchacho que trabajaba en otra tienda frente a la mía.
Esos eran los años de la gran depresión y la mayoría de los negocios sufrían de grandes necesidades financieras, y tenían un stock muy limitado.
Como consecuencia de esto, con frecuencia había gran escasez de productos, y los comerciantes acordaban tomarse prestados los artículos unos de otros.
Carlos era `el mensajero´ de la tienda que había del otro lado de la calle. Recuerdo incontables ocasiones en las que llegaba corriendo hasta donde estábamos nosotros, y mientras golpeaba la puerta entraba gritándole a quien era el propietario de nuestro comercio:
`¡Señor Anderson, necesito que me preste seis latas de tomate!´ Y con toda amabilidad recibía esta respuesta: `Con mucho gusto Carlos. Ve a buscarlas, ya sabes dónde están´.
El muchacho corría hacia el sitio, buscaba los artículos que necesitaba, rápidamente los apoyaba en el mostrador, garabateaba su firma en un papel que registraba todo lo que se llevaba y salía corriendo.
Un día, le pregunté a mi patrón por qué Carlos siempre va corriendo a todas partes. Él me respondió que era porque se esforzaba en conseguir un aumento de sueldo, y que seguramente iba a lograrlo.
Entonces le pregunté cómo sabía que el muchacho iba a conseguir un aumento, y el señor Anderson me respondió: `Mira, si no se lo da el hombre para quien Carlos trabaja, se lo daré yo´.
Amigo, haz tu tarea con ganas. Tarde o temprano, llegará el reconocimiento. Si no viene de aquellos que te emplean o de quien lo estés esperando, no dudes, que otros te están observando y vendrán por ti.
Al que es fiel y esforzado en las pequeñas cosas, Dios lo ayuda a seguir creciendo y lo posiciona en grandes cosas.