Mas que Vencedores
“Que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días”.
(Lucas 1:74-75)
Zacarías, lleno del Espíritu de Dios, profetizó sobre Juan el Bautista diciendo que al ser libres de los enemigos, el temor perdería su control sobre nosotros y de esta manera podríamos servir al Dios vivo.
Todos tenemos que enfrentarnos ante el espectro del temor, cuya meta es sacarnos del propósito perfecto de Dios para nuestras vidas; pero la única manera de vencerlo es por medio de la fe. Sabemos que tanto el temor como la fe son atractivos, ya que ambos pertenecen al mundo espiritual.
La fe viene de Dios y el temor proviene del adversario; la fe nos lleva al éxito, el temor conduce al fracaso; la fe produce un estado de ánimo positivo, el temor genera un estado de ánimo negativo; la fe nos hace vencedores, el temor produce la derrota; la fe trae gozo, el temor nos da tristeza; la fe produce compañerismo con Dios, el temor trae soledad.
Cuando mi esposa Claudia era niña, fue mordida por un perro que se lanzó contra ella, a causa de esto tuvo que luchar por años contra un espíritu de temor, hasta que lo identificamos y echamos fuera.
La mejor manera de vencer el temor es enfrentarlo en el poder del Espíritu, habiendo sido llenos del perfecto amor del Padre, San Juan dijo: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan. 4:18).
Thomas Carlyle dijo: “Los actos de un hombre son serviles, hasta que pone el temor debajo de sus pies”.
Cuando las barreras que coloca el temor son superadas, estamos listos para influenciar a otras personas, incluso familiares y amigos. Poco antes de ascender al cielo, el Señor Jesús dijo a sus discípulos: “…Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).
Él estaba diciendo: “no tienen de que preocuparse, porque no hay nadie que tenga más poder o autoridad, en ninguna parte del universo, que el que me ha sido asignado a mí”. El Señor animó a sus discípulos diciéndoles: “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20).
Los apóstoles sabían cómo doblegar los poderes del infierno en cualquier ciudad a donde ellos llegaban a predicar el evangelio. Además, el evangelio que predicaban estaba cargado de poder porque ellos habían renunciado a cualquier clase de prejuicio humano, y solamente se movían en la sensibilidad al Espíritu Santo.
ALGO EN QUÉ PENSAR
En 1911, dos grupos de exploradores emprendieron una misión increíble. Aunque usaron estrategias y rutas diferentes, los líderes de los equipos tenían la misma meta: ser los primeros en la historia en llegar al polo sur.
Uno de los grupos fue dirigido por el explorador noruego Roald Amundsen.
Antes de la salida de su equipo planeó su viaje con mucho esmero. Estudió los métodos de los esquimales y de otros experimentados viajeros del ártico y determinó que su mejor plan sería transportar todo su equipo y todas sus provisiones en trineos tirados por perros. Al reunir sus hombres, escogió expertos esquiadores y entrenadores de perros. Su estrategia era sencilla.
Los perros harían la mayor parte del trabajo mientras el grupo avanzaba de 15 a 20 millas en un periodo de seis horas cada día. Esto daría suficiente tiempo, tanto a los perros como los hombres, para descansar cada día después de una jornada. La previsión y la atención que Amundsen dio a los detalles fueron increíbles.
El otro equipo de hombres fue dirigido por Robert Falcón Scott, británico. La expedición de Scott fue la antítesis de Amundsen. En vez de usar trineos tirados por perros, Scott decidió usar trineos motorizados y caballos. Sus problemas comenzaron cuando los motores de los trineos dejaron de funcionar a sólo cinco días de haber comenzado el viaje.
Los caballos tampoco viajaron bien en esas temperaturas glaciales y tuvieron que sacrificarlos. La ropa estaba tan mal diseñada que todos los hombres sufrieron de congelación. Finalmente, llegaron al polo sur el 17 de enero de 1912. Allí encontraron la bandera en Noruega que ondeaba al viento y una carta de Amundsen, quien había llegado primero a la meta ¡con más de un mes de antelación!
De regreso todos los del equipo de Scott incluyéndolo a él, murieron. Esto fue lo que él escribió: “Moriremos como caballeros. Creo que esto demuestra que el brío y el poder para aguantar no se ha ido de nosotros”.
ORACIÓN
Amado Jesús, hoy reconozco que no hay nadie más poderoso que Tú en todo el universo, así que si estás a mi lado no tengo nada que temer. Hoy renunció a todo temor y lo echo fuera de mi vida por el poder del Espíritu Santo, que me llena del amor perfecto. Sé que junto a Ti soy más que vencedor y un conquistador, amén.
DECLARACIÓN
“El Espíritu Santo en mí es fuerza de conquista y libertad”.