Mateo 9.29; 17:20; Marcos 11.22; Romanos 14.23; Marcos 11.24
De otro modo, nos podemos encontrar en un momento dado en el pantano del desaliento y de la desilusión.
Debemos medir nuestras posibilidades no en nosotros solamente, sino por lo que podemos llegar a ser en Dios. Eso ajustará o limitará nuestras posibilidades; pero permitirá su expansión, puesto que lo que se puede hacer con la ayuda de Dios es infinito. Ya no eres solo; sino tú más
Dios.
Anna oró y dijo: “Mi corazón se regocija en Jehová, mi cuerno es ensalzado en Jehová”. (1 Samuel 2.1). “Cuerno” significa poder. Nuestros poderes se acrecientan en Dios. Cierto, son nuestros poderes, sujetos a limitaciones y no preparados para hacer el trabajo de los demás; pero aumentados, siempre y cuando los hayamos sometido a Dios y a sus propósitos. En esas condiciones todo es posible.
El doctor Ray Allen traduce en riguroso, pero sincero lenguaje el pasaje en que el padre del epiléptico pide la ayuda de Dios. El padre dice: “Más si puedes algo, ayúdanos”. A lo que Jesús replicó: “¡Si puedes!” Todo es “puedo” para aquel que cree. Los que tienen fe han hecho a un lado el “no puedo” sustituyéndolo con “puedo”.
Frente al lugar que estoy escribiendo, se hallaba hace algún tiempo una inválida, completamente desahuciada, en cuarto oscuro. “La hermanita”, llamada así afectuosamente, abrió una casa hogar para los inválidos de China, precisamente en el lugar que se encontraba un lago en el que antes arrojaban a todos los niños inválidos. En ese cuarto oscuro la fe trabajó por el amor. La fe de esa hermanita inspiró a otros, y el dinero vino, y por sus manos pasó a servir, facilitando los medios curativos.
¡Un inválido que abre un hogar para inválidos! Todo es “puedo” para aquel que cree. “Mi religión”, dijo Lao-tse, “es pensar el pensamiento impensable, hablar la palabra inefable, hacer el hecho imposible y cruzar el camino imposible”.
Oh, Dios mío, en Ti no puedo ser derrotado ni fallar. Ahora estoy bajo la influencia de una mente viva y de una voluntad divina. El futuro está abierto para mí. No tengo mucho que ofrecerte; pero lo poco que poseo es Tuyo. Agiganta mis poderes de manera que me convierta en una constante sorpresa aun para mi mismo. Amén.
Tomado del libro: Vida en Abundancia