Efesios 1.7-14
Su Hijo nos ha salvado (7-12). Dios nos escogió. Pero igualmente su Hijo nos ha redimido por medio de su muerte. El precio de nuestro rescate fue su sangre. Jesús ha salvado a su pueblo de sus pecados.
La salvación del pueblo de Dios no es probable o posible, es un hecho concluido. ¿Qué parte tienen Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo en la obra redentora? ¿Perteneces a este pueblo?
El misterio de su voluntad (9). Este es conocido por su pueblo. La palabra misterio en el pensamiento paulino no es algo que sólo conocen algunos iniciados; tampoco es un secreto oscuro, nebuloso y tétrico.
Se trata aquí de que Dios nos ha hecho conocer su deseo secreto, “o sea el plan que él mismo se propuso llevar a cabo”, que antes estuvo oculto o en gestación, pero que ahora es revelado. ¿Cuál es ese plan? ¿Qué lugar tiene Cristo en él? A la luz de esta revelación de Dios, ¿tiene sentido la vida? ¿Tu vida?
Su Espíritu Santo une y sella (13-14). Este gran propósito de Dios de alcance cósmico centrado en Cristo y su sacrificio debe ser recepcionado por los hombres.
Nota en los versos 12 y 13, “nosotros…” “y también ustedes”, ¿Qué es lo que hicieron ambos? ¿Quién los unió a Cristo?
¿Quién los selló como propiedad de Dios? Parte de la gran nueva realidad en Cristo es que todo cristiano participa del Espíritu Santo desde que cree.
Para pensar. “Sabemos que en todas las cosas, Dios actúa para el bien de aquellos que le aman, aquellos que han sido llamados de acuerdo a su propósito (Romanos 8.28).
Para orar. Pide que, si tienes el Espíritu, el Espíritu te tenga a ti.