Esta petición es una oración compacta, llena y breve, y digna de ser el emblema de un cántico sacro. David había dicho: «No le destruyas», con referencia a Saúl, cuando lo tenía en su poder, y ahora él se complace en emplear las mismas palabras en su súplica a Dios.
Éste es el cuarto de los Salmos del «Secreto áureo» y el segundo de los «No destruyas». Estos nombres, si no sirven para nada más, son útiles para ayudar a la memoria. Los hombres dan nombres a sus caballos, joyas y otras posesiones, y estos nombres no significan más que una distinción para reconocerlos, y en algunos casos exhiben la alta estima del poseedor sobre este tesoro.
David siempre halló un amigo para ayudarle cuando su situación era en extremo peligrosa, y este amigo se hallaba en la misma casa de su enemigo; en este caso se trataba de Mical, la hija de Saúl, como en otras ocasiones había sido Jonatán, el hijo de Saúl.
Título: Aquí tenemos un título largo, pero nos ayuda mucho a exponer los Salmos. «Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Mictam de David».
Tema y división: Este Salmo es una perla. Es corto, pero precioso. A muchos que estaban enlutados les ha proporcionado expresión cuando la mente no podía hallar palabras para hacerlo. Fue compuesto evidentemente después que David hubo llegado al trono.
Título: «Al músico principal, a Jedutún». Éste es el segundo Salmo dedicado a Jedutún, o Etán; el primero es el treinta y nueve, un Salmo casi gemelo de éste en muchos aspectos, que contiene en el original la palabra traducida como «sólo» cuatro veces, comparada con seis aquí. C. H. S.
Título: «Un salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.» Este salmo fue escrito probablemente cuando huía de Absalón; ciertamente en el tiempo que lo escribió, era rey (vers. 11) y está apurado por los que procuraban matarle.
Un Salmo de David. Su vida estaba llena de conflictos, y raramente terminaba un Salmo sin mencionar a sus enemigos; en este instante sus pensamientos están completamente ocupados en oración contra ellos. C. H. S.
Éste es un Salmo encantador. Viniendo después de los anteriores que son tan tristes, parece la aparición de la mañana después de las tinieblas de la noche.
Tiene que haber sido un hombre de gran destreza el que cantó este Salmo: la mejor música del mundo se sentiría honrada de poderse unir a expresiones semejantes. No sabemos quién fue su autor, pero no vemos razón alguna para dudar que fuera David el que lo escribió. C. H. S .
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