De los hornos de la guerra brotan muchas historias reales de amistad hasta el sacrificio. Uno de esos relatos cuenta de dos amigos en la Primera Guerra Mundial, que eran inseparables. Se enlistaron juntos, fueron juntos al entrenamiento, juntos se embarcaron al extranjero, y lucharon lado a lado en las trincheras.
Durante un ataque, uno de ellos quedó mortalmente herido en un campo lleno de obstáculos de alambre de púas, y no pudo arrastrarse para volver a su trinchera. Toda el área estaba bajo un intenso fuego enemigo, y era suicida tratar de llegar a él.
Sin embargo su amigo decidió intentarlo. Pero antes de que pudiera salir su trinchera, el sargento lo detuvo y le ordenó que no fuera. “Es demasiado tarde. No le harás ningún bien, y todo lo que conseguirás es que te maten.”
Pocos minutos más tarde, el oficial se dedicó a otra cosa, y al instante el hombre se había ido a buscar a su amigo. Algunos minutos más tarde regresó a tropezones, mortalmente herido, con su amigo, ya muerto, en sus brazos. El sargento a la vez se enfureció y quedó profundamente conmovido. “Qué desperdicio,” dijo. “Él está muerto y tú estás muriéndote. Simplemente no valía la pena.”
Casi con su último aliento, el moribundo respondió: “Ah, sí, lo fue, sargento. Cuando llegué a él, lo único que alcanzó a decir fue: ‘¡Sabía que vendrías, Jaime!’” Una de las verdaderas características de un amigo es que está allí cuando hay toda razón para no estarlo, cuando estar allí cuesta hasta el sacrificio. Como Proverbios 17:17 lo dice: “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.”
El Valor de la Amistad
De los hornos de la guerra brotan muchas historias reales de amistad hasta el sacrificio. Uno de esos relatos cuenta de dos amigos en la Primera Guerra Mundial, que eran inseparables.