El hijo del famoso gangster Al Capone, mientras cumplía su servicio militar en el ejercito de los Estados Unidos, fue enviado a Londres.
Mientras caminaba por las calles, se sintió atraído por el canto en una reunión evangélica que se realizaba en una esquina. Escuchó la predicación, y esa misma noche aceptó a Cristo.
El Evangelio todavía es potencia de Dios para salvar aun aquellos que traen consigo una herencia de maldad y de crímenes.