A una muchacha de doce años que se hallaba moribunda le pregunto a su madre:
-¿No temas a la muerte, hija mía?
– No madre, fue la respuesta de la gozosa muchacha.
– ¿En qué confías para no temer?
– En la justicia de Dios— respondió la pequeña,
La madre quedó sorprendida y dijo:
– Quieres decir en la misericordia de Dios, ¿Verdad, querida?
– No, madre, quiero decir la justicia de Dios. Usted sabe que todos mis pecados fueron cargados sobre Jesús y que El levó el castigo que mis culpas merecían, Dios en su justicia jamás castigaría a El y a mí a la vez.
Esta es la verdad que Pablo expresaba cuando escribía:”Con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”
(Romanos 3:26).