Perdido, Redimido y Recuperado

Perdido, redimido y recuperado, el pequeño bote simboliza más que un simple juguete.

Perdido, redimido y recuperado ilustra hermosamente el amor redentor de Jesús, quien no solo nos creó, sino que pagó el precio más alto para rescatarnos. 

Un niño que llevaba en sus manos su botecito decía: “Es mío; yo lo hice”. Un día, con exuberante anticipación, llevó su bote a la orilla de un lago y lo puso a navegar sobre el agua azul y clara. El botecito navegaba impulsado por la suave brisa sobre las menudas olas.

Entonces, de repente, una ráfaga de viento atrapó al velero y arrancó la cuerda con que el niño lo sostenía. Lejos y más lejos flotó el bote hasta que desapareció de la vista. Entristecido, el niño volvió a su casa sin su preciado bote. Se había perdido.

Pasaron las semanas y los meses. Luego, un día, cuando el niño pasaba por una juguetería, algo le llamó la atención. ¿Podría ser? ¿Sería verdad lo que veía? Miró más de cerca. Sí, lo era. Allí, en la vitrina, estaba su bote.

Rebosando de alegría, el niño entró al almacén y le habló al dueño acerca del bote. En verdad le pertenecía a él; él lo había hecho. “Lo lamento,” le dijo el dueño, “pero el bote ahora es mío. Si lo quieres, tendrás que pagar el precio.”

Entristecido, el niño salió del almacén, pero estaba decidido a recuperar su bote, aunque significara trabajar y ahorrar hasta tener el dinero suficiente.

Por fin llegó el día. Apretando en su mano el dinero, entró al almacén y sobre el mostrador extendió el dinero que había ganado con arduo trabajo. “He vuelto a comprar mi bote,” dijo el niño.

El dueño contó el dinero. Era suficiente. Abrió la vitrina, tomó el bote y se lo entregó al ansioso niño. La cara del muchacho se iluminó con una sonrisa de satisfacción mientras abrazaba a su bote.

“Eres mío,” dijo: “dos veces mío. Mío porque te hice, y ahora mío porque te compré.”

—Dale E. Galloway, Rebuild Your Life
—John Allen, oficial del Ejército de Salvación

Pérdida y redención
Así como el bote fue perdido, redimido y recuperado, Cristo nos busca, nos salva y nos restaura, para que seamos suyos por siempre.

Anecdotas e Ilustraciones
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