ADVERTIDOS DEL JUICIO QUE SE AVECINA . Bosquejo Bíblico para predicar de Éxodo 9:17-26
Plaga tras plaga había sido anunciada, y plaga tras plaga había venido, pero la plaga del pecado en el corazón humano sigue endureciéndolo en resistencia en contra de las advertencias claras de los juicios de Dios.
La evidencia de la existencia y del poder de Dios no es suficiente para convencer a los hombres de pecado y de justicia. Tenemos aquí:
I. La amenaza de un juicio. «He aquí que mañana a estas horas Yo haré llover un granizo muy pesado» (v. 18).
1 ERA COSA CIERTA. «Yo haré.» Sus anuncios de juicio son tan seguros como sus anuncios de misericordia. Hay una ira venidera, y tenemos que huir de ella. «Por cuanto hay ira, ten cuidado» (Job 36:18).
2 ESTABA CERCA. «Mañana». No había tiempo para frivolidades ni razonamientos, solo tiempo para escapar por sus vidas. El tiempo es corto. La vida es un breve tiempo, el mañana de la eternidad está a las puertas. «El Juez está a la puerta» (Santiago 5:9).
II. Un encarecido ruego. «Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo» (v. 19). El juicio de Dios ha de caer, pero aquí se revela la misericordia de Dios abriéndoles una puerta de salida. Fueron apremiados
1 A BUSCAR REFUGIO. El ganado y los siervos debía ser todo «recogido a casa». Los mensajeros se apresuraron por los campos clamando «Venid a casa, o pereceréis». ¡Qué ilustración de la invitación del Evangelio! Volved a casa, a Dios, y tened paz con Él antes que os alcance el juicio. «En ti me refugio» (Sal. 143:9). Oh, hijo pródigo, ¡vuelve al hogar!
2 PARA BUSCAR REFUGIO EN EL ACTO. «Envía, pues.» Sal, y oblígalos a entrar. «He aquí ahora el tiempo favorable; he aquí ahora el día de salvación» (2 Co. 6:2). Que Dios sea ahora tuyo.
III. La obediencia de la fe. «El que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y ganado a casa» (v. 20).
Fue una gran misericordia para ellos que Dios les dio un día de gracia. Todos los que creyeron el mensaje aceptaron la oportunidad y huyeron hacia el refugio de la esperanza que les había sido puesta delante de ellos. Y así fueron salvados por la gracia por medio de la fe.
No había nada maravilloso acerca de su fe. Vino por el oír, y el oír por la palabra de Dios. Dios ha hablado: acepta su Palabra como verdad y actúa en consonancia. «Torre fuerte es el nombre de Jehová; a Él se acogerá el justo, y estará a salvo» (Proverbios 18:10).
IV. El menosprecio de la incredulidad. «Mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó a sus criados y sus ganados en el campo… Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo» (vv. 21, 25).
Su incredulidad los llevó a la indiferencia, y la indiferencia de ellos los llevó a la destrucción. No pudieron entrar en la casa de refugio debido a su incredulidad.
La incredulidad deja a Dios fuera de toda consideración, y al pecador en el lugar de destrucción. Abraham creyó a Dios, y salió fuera. Noé creyó a Dios, y entró. Josué creyó a Dios, y continuó adelante. Enoc creyó a Dios, y fue llamado al hogar. Vale la pena señalar que en griego se emplea la misma palabra para incredulidad que para desobediencia.
Toda incredulidad deliberada es rebelión en contra de la voluntad y de la palabra del Señor. «El que rehusa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre Él» (Jn. 3:36).