EL TABERNÁCULO DE DIOS. Bosquejos Biblicos para Predicar Éxodo 40:17-35
I. Su significado. Todo aquí es típico de cosas espirituales. Pablo, en su epístola a los Hebreos, habla de ellas como «Figuras de las cosas celestiales», «figura de lo verdadero». Los ciegos a las cosas espirituales no pueden ver ni belleza ni significado en este maravilloso ordenamiento. Era la sombra que Dios dio a su pueblo «de los bienes venideros». Abre Tú mi mente a contemplar cosas maravillosas aquí en Tu Tabernáculo.
II. Su propósito. Debía ser un santuario para Dios, para que él morara en medio de ellos (Éx. 25; 8). Dios amaba de tal modo a su pueblo, al que había redimido y liberado de la esclavitud en Egipto, que deseo tener un lugar para Sí mismo, para que su presencia morara en medio de ellos. ¿Y no desea aún morar en cada alma que él ha salvado por la gracia? Hagamos entonces un santuario en nuestros corazones, para que él more en medio de nosotros. «Vosotros sois templo de Dios.»
III. El tiempo en que fue erigido. «En el día primero del primer mes… el tabernáculo fue erigido» (v. 17). ¿No es significativo que esta Casa de Dios fuera erigida «el Día de Año Nuevo»? ¿No indicaba que ello debía ser para ellos un nuevo comienzo? Debían comenzar el año con Dios en medio de ellos: como Peregrino él con ellos. El único nuevo comienzo que vale la pena hacer es comenzar con Dios. Si él está con nosotros, entonces es seguro que seguirá la prosperidad en el mejor sentido.
IV. Su estructura. La forma de su construcción fue sencilla, pero tuvo que ser hecho y erigido en orden y conforme al modelo mostrado a Moisés en el monte. Las basas, que constituían su fundamento (v. 18), eran de plata maciza, proveniente del «dinero de la expiación» (Éx. 38), de modo que estos tableros revestidos de oro se levantaban literalmente sobre aquello que representaba la «Redención», el precio de las almas.
Como este Tabernáculo en el desierto, la «Iglesia de Dios» no tiene otra base que aquello que ha sido pagado
(la sangre de Cristo) como redención del alma. Estos tableros, erigidos sobre las basas de la «Redención», y «bien trabados por las junturas», fortalecidos por las «barras» que actuaban como poderosos brazos sustentadores, representan nuestra posición en Cristo, y nuestra mutua unión dentro de los eternos brazos del poder y de la fidelidad de Dios.
V. Su contenido. El Tabernáculo estaba dividido en tres partes: «El Lugar Santísimo», «el Lugar Santo» y «el Atrio». En «el Lugar Santísimo » se encontraba el arca que contenía la ley, cuya cubierta constituía el «propiciatorio», donde Dios había prometido reunirse con ellos (vv. 20, 21).
Cristo ha cubierto la ley quebrantada, y se ha constituido en propiciatorio para nosotros. Luego, en el «Lugar Santo» había una Mesa con su pan, significando comunión con Dios en Cristo. El portalámparas, con sus brazos (v. 24), que habla de testimonio en el poder de Cristo. El altar de oro (vv. 26, 27), con su olíbano, que habla de la oración aceptable en nombre de Cristo.
Luego, fuera de la puerta del Lugar Santo se encontraba el «altar del holocausto», el lugar de sacrificio, indicando que la primera necesidad del pueblo al acercarse a Dios era la expiación (v. 29). El altar señala a la cruz de Cristo. Entre el altar del sacrificio y la puerta de la Comunión levantaron la fuente o pila de lavamientos (v. 30), con su agua de purificación, que enseña la necesidad de la purificación efectuada por el Espíritu Santo mediante la Palabra de Cristo. Tiene que haber Sustitución antes que haya una verdadera comunión con Dios.
VI. Su gloria. «La gloria de Jehová llenó el Tabernáculo» (v. 34). Su gloria era la presencia manifiesta de Dios. Como fue con el tabernáculo, así fue con la vida y obra del Señor Jesucristo. Quedó coronada con una manifestación sobrenatural. Se manifestó vivo con muchas pruebas indubitables (Hch. 1:3). Cuando se ve la gloria de su Santa Presencia, entonces los hombres sienten como Moisés, que «no podía entrar» sin la sangre de la expiación.