HUYENDO DEL REDENTOR. Bosquejos Biblicos para Predicar Oseas 7:13
«¡Ay de ellos!, porque se apartaron de Mí… Yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra Mí» (Os. 7:13).
De Efraín se dice aquí que es como una paloma incauta (v. 11). ¿Qué insensatez más grande hay que huir de Aquel que nos ha redimido?
Huir de Él es huir hacia la destrucción (v. 13). ¡Cuán doloroso es que esta insensatez sea cosa tan común!
I. Veamos lo que el Señor ha hecho por ellos. «Yo los redimí». Pensemos en su mísera condición en Egipto, y cómo los redimió de la casa de servidumbre (Mi. 6:4). Pensemos en su condescendencia al venir a morar en una zarza, para manifestar su propósito de gracia a Moisés (Éx. 3:8). Pensemos en lo que ha hecho por nosotros al venir a morar en el Hombre Cristo Jesús, para mostrar las riquezas de su gracia al redimirnos por medio de su propia sangre. ¡Qué sacrificio de los tesoros del amor divino vemos aquí! «Él es la propiciación por nuestros pecados».
II. Veamos lo que hicieron con el Señor. «Huyeron de Él». Es imposible huir de aquella presencia que se encuentra en todas partes, o del examen de sus ojos que todo lo escudriñan; pero podemos huir de Él en cuanto al amor y la confianza de nuestros corazones al escoger nuestra propia voluntad y nuestros caminos. Es una señal segura de que hay algo que va mal en nuestro interior cuando nos apartamos de aquellos que nos aman.
El hijo culpable se avergüenza de mirar a su padre a la cara. Sus ojos huyen de él. Algunos huyen del Señor, como Jonás, rehusando obedecer su Palabra; pero hay muchos que huyen de Él, como Adán, pues saben que han pecado contra Él. No fue así con David. «En Ti me refugio». Es una total insensatez para un alma sedienta huir de la fuente de aguas vivas para buscar cisternas rotas y vacías.
III. Veamos lo que se dice acerca de Él. «Ellos hablaron mentiras contra Mí» (v. 13). Los que huyen de la misericordia de Dios serán susceptibles a pensar y decir mentiras acerca de Él. Querrían arrastrar al Santo al propio nivel de ellos. Hablan mentiras acerca de Él cuando dicen: 1) Que Dios no los ama. 2) Que tienen que mejorar antes de volver a Él. 3) Que la muerte de Cristo no fue para ellos. 4) Que la sencilla fe en Él no justifica. 5) Que sus pecados son demasiados para ser perdonados. 6) Que no responde a la oración. 7) Que no puede guardar de caída. Los que dicen tales mentiras contra Él demuestran que han caído bajo el poder del diablo, que es mentiroso desde el principio.
IV. Veamos a dónde van los que huyen del Redentor. «¡Ay de ellos!» (v. 13). Se precipitan al dolor y a la miseria y a la destrucción de toda paz y comunión con Dios. Apartarse de nuestro Redentor es recaer a la servidumbre y esclavitud de nuestra propia y agitada voluntad. Estar sin Cristo es estar «sin esperanza» (Ef. 2:12).