La Cruz de Jesús es el corazón del mensaje del evangelio, donde el Justo murió por los injustos para llevarnos a Dios
La Cruz de Jesús no solo fue un evento histórico, sino una victoria eterna que satisface por completo la justicia de Dios. Cuando Jesús gritó “Consumado es”, declaró que su sacrificio era suficiente para siempre, cancelando toda condenación contra los que creen en Él.
No hay necesidad de más sacrificios, porque su sangre nos limpia, nos reconcilia con el Padre y nos da acceso directo a su presencia. La cruz no es solo un símbolo de dolor, sino de triunfo sobre el pecado, la muerte y el infierno.
¿Cuál fue la razón de la cruz?
Por favor tome la palabra de Dios y busquen conmigo 1 Pedro 3:18. Qué maravillosa descripción tenemos de la cruz de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Pero existe la pregunta: ¿cuál fue la razón de la cruz? ¿Por qué se necesitaba la cruz? Se la puedo contestar con una sola palabra, y esa palabra es “pecado”.
El periódico de esta mañana habla más sobre el vandalismo, las violaciones, los robos, las guerras, la pornografía, los desastres, y cuando lee todo esto, usted nunca ve la palabra “pecado”. La vida es corta, la muerte es segura, el pecado es la maldición, y Cristo es la cura.
¿Dónde está la cura? En la cruz del Señor Jesucristo. Por favor, escuche: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. ¿No es este un maravilloso versículo? Hay suficiente dinamita del evangelio en solo este versículo para dinamitar el pecado, el odio, el dolor, la enfermedad de la vida de cualquier persona. Pero la dinamita debe ser encendida por la chispa de la fe.
Cómo perdona Dios el pecado: una ilustración
Deseo que hoy aprendamos exactamente cómo perdona Dios el pecado, cómo Dios se encarga del pecado. ¡Ja, ja, ja! Suponga que alguien viene y le da un puñetazo en la nariz. Después, suponga que en un acto de compasión usted le dice a esa persona que lo perdonó. Suponga que esa persona le contesta: “¡Oh, no! No hay necesidad de que me perdone, yo ya me he perdonado”.
Luego, suponga que otra persona que presenció todo les dice: “¡Oh, ninguno de ustedes necesita preocuparse, yo ya los perdoné a ambos!” Pero fue usted el que recibió el puñetazo en la nariz. Amigos, escuchen: solo la persona que recibió el golpe puede perdonar.
Entienda que el pecado es poner nuestro puño en el rostro de Dios, y solo Dios puede perdonar el pecado. Abandone todas esas fábulas psicológicas que dicen que necesitamos perdonarnos a nosotros mismos y afirmarnos los unos a los otros.
Existe un Dios santo, y el pecado es un ultraje, un reproche, una rebelión contra un Dios santo. El pecado no quedará impune sin castigo.
Tres verdades sobre cómo Dios perdona el pecado
Lo hemos mencionado una y otra vez. El texto de hoy indica tres maravillosas verdades sobre cómo Dios perdona el pecado y cómo se hace cargo del pecado. La primera verdad que deseo que veamos al estudiar nuestro texto (1 Pedro 3-18) es el sufrimiento vicario de la cruz.
Lo anoto: el sufrimiento vicario de la cruz. La palabra “vicario” significa “en lugar de otro”, significa suplente, sustituto. Miremoslo: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos”. Es decir, Jesús, quien es justo, que nunca pecó, nacido de la virgen, el sin mancha, sin pecado, Hijo de Dios, el justo, murió por los injustos. Habla de usted y de mí: somos los pecadores. Él llegó a ser nuestro sustituto.
La Pascua y el Cordero de Dios
A lo largo de la Biblia, Dios enseña la lección de la sustitución. Por el tiempo de Cristo, los sacerdotes y los levitas habían instituido un rango especial de pastores para criar corderos muy especiales. Los de la Pascua eran los mejores, los más pintos, y se les criaba en Belén.
En la semana de la Pascua, esos corderos salían de los campos de Booz en Belén, subían el monte del templo y entraban por la puerta de las ovejas para ser examinados por el sumo sacerdote, los levitas y los otros sacerdotes.
El mismo día, bajando del monte de los Olivos cabalgando sobre una asna, venía el Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, quien luego subió el monte Moria. El mismo día, los corderos y el Cordero de Dios entraban a la ciudad: el Domingo de Ramos, la Pascua, el mismo día, hace tanto tiempo.
Luego llegó el día, el día cuando el cordero de la Pascua debía ser sacrificado a las tres de la tarde. Los sacerdotes levantaban la barbilla de estos corderitos sin defecto y, tomando sus filosos y mortales cuchillos, le cortaban la garganta al corderito.
Al mismo tiempo que esto sucedía, sobre el cruel monte Gólgota, el Cordero de Dios vertía su preciosa sangre, real, roja como los rubíes, por los pecados de la humanidad. Y Jesús dijo sobre la cruz: “Consumado es, terminado, la deuda está pagada totalmente”.
Y sacerdotes, ya pueden irse a sus casas; levitas, pueden bajar sus cuchillos; pastores, su trabajo ha terminado, porque está hecho, amén, está terminado, consumado es. ¡Aleluya! Jesús, el Cordero de Dios, murió sobre la cruz. El propósito de la cruz es la sustitución, y la Pascua nos lo ha mostrado en una fórmula clara y sencilla.
El sufrimiento corporal de Jesús
Tenemos el sufrimiento corporal del Señor Jesús. Azotaron al Señor Jesús. Los romanos sabían cómo azotar: ataban las manos de la víctima y la levantaban hasta que estuviera de puntillas para aumentar el dolor y para que la espalda quedara lisa como la seda. El instrumento de azote era un látigo con un robusto mango y con correas de cuero.
Al final de las correas de cuero, había unos pedacitos de hueso, metal y vidrio ingeniosamente atados. Usaban a dos azotadores, dos verdugos, y al ser estirado el cuerpo de la víctima, uno de los verdugos comenzaba en la nuca y descendía; el otro empezaba en los tobillos y ascendía. En equipo, estos dos verdugos despellejaban a esa persona parada y estirada de puntillas. Al enroscarse el látigo alrededor del cuerpo, desprendía un pedazo de carne cada vez que lo jalaban.
Éstos eran hombres experimentados que sabían muy bien cómo azotar y desprender la carne de tal forma que los nervios y músculos quedaran expuestos sin sacarle los intestinos. Al soltar a la víctima después de ser azotada, ésta caía postrada en el suelo. Los hombres no salían caminando, salían gateando.
Con ello, la Biblia dice que llevaron a Jesús atado y le entregaron a Pilato. ¿Por qué lo llevaron? Porque estaba demasiado débil para caminar. Después, Jesús se tropezaba y caía; no podía cargar la cruz. El abuso físico del Señor Jesucristo: ellos lo golpearon con sus puños, luego le dieron una paliza con palos, y por último lo sacaron para la verdadera crucifixión.
El propósito de la crucifixión romana: terror y agonía
¿Conoce usted por qué los romanos usaban la crucifixión? ¿Sabe por qué usaban la cruz? Hablemos de crueles castigos. La crucifixión tenía como fin el ser cruel, el ser inusual, el inspirar puro terror. Cualquiera que veía una crucifixión decía: “Sea lo que sea que ocasionó tal castigo, yo no lo haré. Romanos, haré lo que me ordenen, pero no me crucifiquen”. De esto se trataba la crucifixión. ¿Ha oído la palabra “excruciatus”? Viene de una palabra latina: “ex cruce”, y significa “salido de la cruz”.
De esta palabra viene “crucifixión”, un tipo de dolor antro que proviene de la cruz, un dolor agudísimo. Clavaban las manos de la víctima a la cruz. Ellos separaban los metacarpos, poniendo el clavo aquí, no en la palma de la mano, sino en la muñeca, para que no se cayera de la cruz. Trataban de golpear el nervio del medio para transmitir el dolor por el cuerpo hasta el torso. Penetraban esos clavos a través de esos nervios.
Lo crucificaban con sus brazos en un ángulo de 90 grados, pero cuando el cuerpo caía, sus brazos quedaban en un ángulo de 65 grados, quedando sus brazos a fin. Los pies, a su vez, clavados a la cruz. El peso del cuerpo caía sobre el pecho, y la persona crucificada comenzaba a respirar con dificultad. Por lo tanto, para poder respirar, la víctima tenía que alzar su cuerpo, pero para hacerlo, tenía que empujar contra los clavos que estaban en sus pies.
La persona se encontraba entre la lucha por respirar y el agobiante dolor, las náuseas y un intenso dolor en cada nervio, convirtiéndolo en un conducto para tal tormento. El individuo permanecía allí un agonizante largo tiempo hasta morir de una muerte atroz.
La agonía emocional y espiritual de la cruz
Hubo la agonía física de la cruz, hubo la agonía emocional, el sufrimiento emocional de la cruz. Como predicamos la semana pasada, no solo Jesucristo bebió la copa de la contaminación del pecado, sino también llevó la corona del castigo del pecado.
Por ello, la copa y la corona nos hablan de la cruz de Jesús: bebiendo la contaminación y recibiendo el castigo. No es que haya pecado; recuerde: “el justo por los injustos”. Más del pago del precio: ¿y cuál era el precio? El estar separado del Dios omnipotente.
No solo Dios el Padre se separó de Su Hijo amado, sino que también en ese momento el Señor Jesús se convirtió en el objeto detestado por el Padre, y Dios el Padre tuvo que mirarlo como mira a un pecador y tratarlo como trataría a un pecador. Ahora, el texto de Pedro: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos”. Este es el sufrimiento vicario de la cruz.
Tetelestai: Consumado es
Aquí está la segunda verdad que deseo que observe. Amigo, mi corazón se conmovió tanto al estudiar para este sermón. Quiero que vean la satisfacción vital de la cruz. Miremos el texto: hay una palabra que no quiero que pase por alto. Mírela: “Porque también Cristo padeció…”. ¿Cuál es la próxima palabra? “Una vez por los pecados”.
Amigo, esto no significa “había una vez”; esto significa “una vez y para siempre”. Significa “una vez y para siempre”. Al decir Jesús “Consumado es”, dijo que la deuda quedó cancelada totalmente. ¿Recuerdan que mencioné que en Roma, cuando encerraban a un hombre en prisión, cuando se encontraba culpable de un crimen, lo encerraban y escribían un certificado de deuda que pegaban a la puerta de su celda? Era su deuda al estado y a la sociedad, era lo que su pecado, su crimen, había provocado. Se lo llamaba un certificado de deuda, y lo ponían en la puerta de su celda.
Después de servir su tiempo, pagar la pena y satisfacer las deudas de la ley, entonces escribían sobre este certificado: “Pagado en su totalidad”, y se lo entregaban al prisionero. ¿Sabe cuál era la palabra que escribían sobre este papel? “Tetelestai”.
Tetelestai: Consumado es
¿Saben lo que significa? “Consumado es”, está cancelado. Ese hombre no tendrá que regresar a prisión otra vez, nunca volverá a estar en peligro. Si lo acusaban, podía decir: “Sí, lo cometí, pero yo pagué. Está consumado. No pueden llevarme dos veces por el mismo crimen”.
La salvación victoriosa de la cruz
En esto es lo que dice que Jesús padeció una sola vez por los pecados. ¡Y qué blasfemia es decir que necesitamos otro sacrificio por los pecados! Hebreos 10, versos 12 al 14: “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies”.
Escuchen esto: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. ¡Aleluya! Esta es la razón de la seguridad eterna. ¿Sabía que si pudieran perder la salvación después de haberse salvado (lo cual no es posible), pero supongamos que pudiera perder su salvación, para que pudiera salvarse nuevamente, Jesús tendría que morir otra vez?
Verá, cuando Jesús murió, fue solo válido para una salvación, porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Jesús dijo: “Consumado es, cancelado, pagado totalmente”. No hay nada que se pueda hacer ni que necesite hacer.
Existe el sufrimiento vicario de la cruz, la satisfacción vital de la cruz. La Biblia dice en Isaías 53:11 que Dios el Padre verá el fruto de la aflicción de Su alma y quedará satisfecho. Dios está satisfecho con lo que Jesús hizo sobre la cruz. La deuda del pecado está pagada. ¡Aleluya!
La tercera verdad que deseo que vea no solo es el sufrimiento vicario de la cruz, no solo la satisfacción vital de la cruz (“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos”), sino también la salvación victoriosa de la cruz: “Para llevarnos a Dios”.
Dios provee el medio para volver a Él
¿Lo ve? Léalo: “Para llevarnos a Dios”. ¿Qué hace el pecado? El pecado nos separa del Dios santo. ¿Qué hace la cruz? Sobre esa cruz, Jesús tomó a Dios santo con una mano y al hombre pecador con la otra, y por medio de la sangre de Su cruz, reconcilió a Dios y al hombre. Él hizo la paz por medio de la sangre de Su cruz para así llevarnos a Dios.
Escuche Romanos 5:10: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por Su vida”. Para llevarnos a Dios. La palabra “llevarnos” en griego es “prosagogé”, que significa tomar a un individuo y presentarlo ante un rey o un dignatario. Esto es lo que Jesús hizo: Jesús nos ha tomado de la mano para presentarnos ante Dios el Padre. Él nos lleva a Dios, intercede: “Padre, todos son míos, yo los compré con mi sangre sobre esa cruz”.
¿Lo anima a usted? A mí sí me anima. El rey David en el Antiguo Testamento tuvo un hijo. Su nombre era Absalón, y Absalón se rebeló contra su padre. Había una mujer en el reino que le dijo a David: “Usted necesita hacer algo para reconciliarse con su hijo, para que él regrese, para traer a su hijo”. Pero David no lo hizo. Dicha mujer le dijo: “Rey David, usted no está actuando como Dios actúa”.
Por favor, anote este precioso versículo en el margen de su Biblia. Es un increíble versículo: 2 Samuel 14:14. Esto es lo que esa mujer le dijo a David: “Porque de cierto morimos y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse. Ni Dios quita la vida, sino que provee los medios para no alejar de sí al desterrado”.
¿No es este un gran texto evangelístico del Antiguo Testamento? Somos como aguas derramadas por tierra. Ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado. Dios tiene un medio para traernos de regreso.