Hospitalidad

Hospitalidad: Virtud de albergar al viajero y forastero o de convidar al conocido.

En la época del Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento hay poca exhortación a practicar la hospitalidad (por ejemplo, Isaías 58:7), ya que se da por sentado que en el desierto era algo imprescindible. Pero abundan los ejemplos de la bienvenida otorgada al advenedizo (por ejemplo, Génesis 18:1-2). Se le trata cortésmente (Génesis 24:29-33Éxodo 2:20) como a huésped de honor: se debe salir a su encuentro, saludarle, lavarle los pies, atender a sus cabalgaduras y prepararle un banquete. Cuando reemprende el camino hay que acompañarlo un trecho (Génesis 18:16; cf. las costumbres enumeradas en Lucas 7:36-46).

Negar o traicionar la hospitalidad era verdadera ignominia (Deuteronomio 23:4Jueces 19:15; cf. los vv. 20-21), y la protección del huésped un deber más sagrado que el de padre (Génesis 19:1-8; cf. Jueces 19:23-24). Desde luego, el convidado debía corresponder con gratitud; el amargo grito de Salmos 41:9 alude a la ingratitud del invitado. El rechazo de la hospitalidad se tenía igualmente por ofensa (Génesis 19:2-3).
Los siervos de Dios merecen una hospitalidad extraordinaria. La provisión que la viuda de Sarepta hizo para Elías (1 Reyes 17:10-11) y que la sunamita hizo para Eliseo (2 Reyes 4:8-11) fueron un reconocimiento del poder de Jehová.

Aunque un sabio posterior previene contra la aceptación de huéspedes vagabundos y malhechores (Eclesiástico 11.29–34), el Antiguo Testamento recomienda la hospitalidad porque Dios mismo es hospitalario (Salmos 15:121:3-639:12) y su pueblo aprendió en Egipto las angustias del → EXTRANJERO (Éxodo 23:9).
Más allá de la mención explícita de hospitalidad, el código de santidad en el Antiguo Testamento exige una atención justa y hospitalaria para las viudas, los huérfanos, los pobres y los extranjeros de Israel (por ejemplo, Deuteronomio 14:2915:7-1116:1124:19-2226:12) como Jehová ha sido justo y hospitalario con su pueblo al instalarles en la tierra prometida (Salmos 146:9Proverbios 15:25).

En la época del Nuevo Testamento
En los escritos rabínicos la hospitalidad se limita con frecuencia a los → JUDÍOS solamente, aunque en el judaísmo posterior se consideraba un deber de alcance general. Paralelamente, el Nuevo Testamento recomienda la hospitalidad para con todos los menesterosos, pero sobre todo si son cristianos (cf. Gálatas 6:10). La presencia de esta virtud será factor determinante en el → JUICIO final (Mateo 25:34-45), y los → HERMANOS que aquí disfrutan de la hospitalidad son todos los necesitados.

Como en el Antiguo Testamento, los siervos de Dios merecen especial atención. Jesús es a menudo huésped (Lucas 7:36-3710:38-39Juan 2:212:2). Pablo también lo es (Hechos 16:15Filemón 22). El envío de los doce apóstoles y de los setenta presupone un recibimiento hospitalario sin precedentes (Mateo 10:9; Lucas 10:4). Fallar en la hospitalidad sería rechazar el mensaje traído por el viajero (Marcos 6:11Lucas 9:53); a la inversa, al obrero hereje se le niega hasta la hospitalidad (2 Juan 10).

Las parábolas de Jesús ilustran ricamente la hospitalidad y la encomian (por ejemplo, Lucas 10:34-3511:5-614:12). Los apóstoles también la recomiendan (Romanos 12:13Colosenses 4:101 Timoteo 3:2Tito 1:81 Pedro 4:9-113 Juan 5-8). ¡Quién sabe si el huésped que recibimos en casa no es un ángel o mensajero de Dios! (Hebreos 13:2). Santiago reclama la parcialidad hacia los ricos, a despecho de los pobres, en las iglesias a las que escribe (Santiago 2:1-7). Debido a las persecuciones que esparcían a los cristianos (Hechos 8:1) y a la vasta actividad misionera del primer siglo, la hospitalidad motivada por el amor desinteresado era una necesidad.

Sin embargo, había personas que rehusaban ofrecer hospitalidad (por ejemplo, 3 Juan 9-10) o que abusaban de la hospitalidad, por lo que algunos escritores postapostólicos sintieron la necesidad de prevenir a sus lectores acerca de tales personas (por ejemplo, Didajé XI:9, 10; XII:1–5). Sin embargo, en la ética cristiana siempre se destaca el ejemplo del Señor Jesús (Marcos 6:41-428:6-710:45Lucas 12:3722:27Juan 13:1-5), quien sigue siendo anfitrión (Marcos 14:22-23Juan 6:50-58).

Los cristianos tenemos el llamado hoy a abrir nuestros corazones, hogares y templos para brindar generosa hospitalidad a los desprotegidos y marginados por nuestras sociedades. La hospitalidad de los cristianos debe abarcar también a quienes sufren prisión por causa del Reino de justicia (Jeremías 37:15-38:13Hechos 12:1-17Filipenses 4:10-19).

Bibliografía:
R. De Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona, 1964, pp. 33-34, 117-118.

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