LA PIEDRA OMNIPOTENTE. Bosquejos Biblicos para Predicar Daniel 2:31-45
Daniel, al vivir en la comunión de Dios, vino a ser hombre de visiones e intérprete de la mente divina. La visión de la «gran estatua» le vino al rey en un sueño, quizá para que Daniel tuviera oportunidad de revelar los propósitos de Dios en las edades venideras.
Las diferentes secciones de la imagen representan reinos sucesivos (vv. 38-40). La Piedra es símbolo de Cristo, que ha de quebrantar a los reinos como vaso de alfarero, sin que de ellos «quede rastro alguno» (vv. 34, 35, 44). Siete veces en la Escritura se da a nuestro Señor Jesucristo el nombre de Piedra, símbolo de fuerza y durabilidad. Observaremos cuatro casos que hacen referencia a: Israel, la Iglesia, las Naciones y al Mundo.
I. Como piedra, Israel tropezó sobre Cristo. Él fue para ellos «Piedra de tropiezo» porque vino en forma de Siervo. Como Piedra fue rechazado por los constructores judíos (Mt. 21:42), aunque por Jehová había sido puesto en Sion como Fundamento (Is. 28:16). Cristo les advirtió de que «el que caiga sobre esta piedra, será quebrantado» (Mt. 21:44). Ellos cayeron sobre ella, y como nación quedaron quebrantados, y siguen esparcidos, rotos en pedazos como un vaso quebrantado.
II. Como Piedra, la Iglesia fue construida sobre Cristo. Cuando Pedro le confesó como «El Cristo, el Hijo del Dios viviente», Jesús le dijo: «Sobre esta roca edificaré mi iglesia» (Mt. 16:16-18).
Después de Pentecostés, cuando Pedro declaró que el cojo había sido sanado por medio de la fe en el Nombre de Jesús, añadió también: «Este Jesús es la piedra desechada por vosotros los constructores, la cual ha venido a ser piedra angular» (Hch. 4:10, 11). Seguimos acudiendo a Él como a una «Piedra viva» (1 P. 2:4). Él es el Autor de la vida eterna. Nadie puede poner otro fundamento. No hay otro Nombre.
III. Como una piedra, el poder gentil será quebrantado por Cristo. «Una piedra, sin intervención de ninguna mano… hirió a la estatua» (v. 34). En nuestros días, las «manos» cuentan para muchas cosas, pero esta revolución tendrá lugar «sin intervención de ninguna mano». La imagen representa la autoridad gentil, «los reinos de este mundo».
El fin de ellos vendrá de repente, como la caída de una piedra del Cielo, y sobre quienes caiga, los desmenuzará (Mt. 21:44). Toda la imagen quedó «quebrantada». Su venida será como ladrón en la noche, inesperada por parte de aquellos que duermen; será como el «relámpago», inconfundible.
Será innecesario decir: «Aquí, allá», cuando llegue el relámpago se hará evidente a todos. Entonces la torre de Babel de los principios impíos que rigen este mundo será una gran ruina, porque como ella tienen ladrillo en lugar de piedra. Esta aparición de Cristo no puede referirse a su primera venida. Entonces el imperio romano no estaba dividido como los diez dedos.
El poder gentil no quedó destruido en su primera manifestación. Entonces el vino como un Niño, no con la quebrantadora fuerza de una piedra que cae, tomando venganza sobre los que no conocen a Dios.
IV. Como Piedra, el mundo ha de ser lleno de la gloria de Cristo. Su venida no es el fin del mundo, sino la introducción de un nuevo mundo. La Piedra se torna en gran Monte, y llena toda la tierra (v. 35). Un monte es el símbolo de la fuerza y estabilidad del Reinado.
Cuando Él venga en gran poder y gloria, Aquel que es fuerte para golpear será asimismo fuerte para salvar. Para comprender este capítulo, léase el Salmo 72. Él suprimirá todo principado, toda autoridad y potencia, «porque es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies» (1 Co. 15:24, 25). Entonces los reinos de este mundo vendrán a ser el Reino de nuestro Dios, y de su Cristo (cf. Ap. 11:15). Su Nombre es, y para siempre será, por encima de todo otro nombre. Todas las naciones le bendecirán.