La Vida Cristiana. Bosquejos Bíblicos para Predicar Hebreos 12:1-2
La característica sobresaliente del cristiano es que tiene vida. No la vida común y natural de la carne, sino la nueva vida de Dios engendrada por el Espíritu, que lo hace nueva creación. Observemos sus características. Se trata de
I. Una vida con energía. «Corramos… la carrera.» Un hombre en una carrera está siempre totalmente alerta. «Una cosa hago» parece estar escrito en su rostro. Y ello según la manera de Cristo, que «puso su rostro como un pedernal».
II. Una vida ordenada. «La carrera que tenemos por delante.» No se trata de correr al azar. El curso del cristiano está bien definido. Tanto la Palabra de Dios como el ejemplo de Cristo lo dejan claro. Éste es el camino, andad en él. «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42).
III. Una vida perseverante. «Corramos con paciencia.» Tiene que haber una paciente persistencia en bien hacer en aquellos que buscan gloria y honra (Ro. 2:7). Es la constancia de la fe que se ve en el capítulo anterior.
IV. Una vida ascendente. «Mirando a Jesús.» Le miramos a Él por cuanto proseguimos hacia el premio de su eterna gloria y recompensa. Al contemplarle persistentemente, somos elevados por encima de las cosas de la tierra y de los sentidos, y amoldados a su semejanza (Fil. 3:13, 14). El apóstol dijo: «Prosigo».
V. Una vida de fe. «Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.» Es simplemente una vida de fe en el Hijo de Dios. Una fe en que Aquel que ha comenzado la buena obra de la fe en nuestros corazones la consumará (2 Ti. 4:7, 8). Una fe consumada. ¿Qué será? Os. será hecho conforme a vuestra fe. La fe, cuando es cumplida, da satisfacción. Una gran fe es una gran capacidad.
VI. Una vida abnegada. «Despojémonos de todo peso.» Mantengo mi cuerpo bajo disciplina, para que no sea yo reprobado, esto es, un corredor descalificado. Cuando uno va a correr una carrera, poco se fija en las modas del día. Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo. Nuestra propia voluntad y nuestros propios pensamientos son sólo pesos muertos que conviene echar fuera.
VII. Una vida llena de expectación. «El cual por el gozo puesto delante de Él.» Cristo vivió sufrió y murió con la expectativa de ver el fruto del trabajo de su alma. El siervo fiel será recompensado. Entra tú en el gozo de tu Señor. La salvación es enteramente de gracia, pero las obras de los salvos recibirán recompensa.
VIII. Una vida pública. «Teniendo en derredor nuestro tan gran nube de testigos.» Nosotros, como los citados en el capítulo undécimo, estamos también rodeados de una nube de testigos. Cada cristiano individual tiene una nube de testigos. Que corramos en nuestro curso hacia el cielo de manera que también ellos sean conducidos a glorificar a nuestro Padre en el cielo. ¿Estás registrado para esta carrera?