En muchas religiones paganas los adoradores participan de los sacrificios ofrecidos a sus dioses; bien en honor de ellos, o con el carácter de participación con ellos, o, como en el culto a Osiris, se creía que se comía a la misma divinidad.
En este culto, un pedazo de pastel era consagrado por el sacerdote, y se creía que se convertía en el cuerpo de Osiris. También en el México precolombino existía un culto similar, en el que los adoradores participaban de una imagen de harina, afirmando que era el cuerpo de su dios.
Los sacerdotes de las diversas religiones paganas participaban de la mesa de sus dioses. A esto alude el apóstol Pablo al decir: «Antes os digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.
No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios» (1 Co. 10:20-21).
En el judaísmo, había banquetes sacrificiales ordenados por Dios. Uno de ellos era de carácter religioso-familiar, la Pascua. Otro era el de las primicias, y en otros sólo podían participar los sacerdotes, como en los sacrificios del holocausto (Lv. 6:8-17), de la culpa (Lc. 7:1-10). Había otros de diverso carácter.
En el cristianismo, todo ello ha quedado abolido. Queda una comida memorial, no sacrificial, carente de todo valor eficaz en cuanto a aplicación de ningún tipo de mérito correspondiente a una idea de sacrificio.
Es la respuesta amante del creyente al llamamiento del Señor a recordar Su muerte por nosotros hasta que Él venga (1 Co. 11:23-26), en comunión con Él. No se trata de una repetición del sacrificio de Cristo en la cruz (cp. He. 7:27; 9:23-28; 10:10-18).
No es una repetición, sino una proclamación y un recuerdo. En realidad, la postura que mantiene una transubstanciación del alimento material en el cuerpo del dios se halla en el paganismo antiguo en muchas formas, y, como con tantas otras prácticas paganas, vino gradualmente a ser aceptada por amplios sectores de una cristiandad cada vez más apartada de la enseñanza y exhortación de los apóstoles en las Escrituras.
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