(A) Ordinariamente se llama día al período de tiempo que transcurre entre dos amaneceres. Pero los hebreos contaban de una tarde a la siguiente (Gn. 1; Lv. 23:32; Éx. 12:18; Josefo, Guerras 4:9, 12).
Los hay que han pensado que esta costumbre quizá provenía de la división del año en meses lunares que empezaban con la aparición de la luna nueva. Consiguientemente, el día «civil» se designaba con la expresión «tarde y mañana» o «una noche y un día» (Dn. 8:14; 2 Co. 11:25).
Pero, aunque la tarde fuera el inicio del nuevo día, con frecuencia era contada con el día que le precedía. Así, la tarde que empezaba el día 15º de Nisán es llamado «el día catorce... por la tarde» (Éx. 12:18; cp. 2 Cr. 35:1).
Los días de la semana estaban numerados (cp. Mt. 28:1; Hch. 20:7), pero carecían de nombres, a excepción del 7º, que era llamado sábado; la víspera del sábado recibía el nombre de «la preparación» (Mr. 15:42).
(B) El período de tiempo desde el amanecer hasta la noche (Gn. 1:5; 8:22). Se dividía en mañana, mediodía, y tarde (Sal. 55:17; cp. Dn. 6:10). Para designar los momentos del día, se empleaban también las expresiones «amanecer, la calor del día, el fresco del día, puesta de sol», y otros términos similares.
Después del Exilio, empezaron a usarse las horas y a dividir el día, desde la salida a la puesta del sol, en 12 horas (Mt. 20:1-12; Jn. 11:9); la 6ª hora se correspondía con el mediodía (Jn. 4:6; Hch. 10:9), y la 9ª hora era la de la oración ( Antigüedades 14:4, 3; Hch. 3:1).
(C) Cualquier período en el que tenga lugar una acción o manera de ser (Zac. 12:3 ss.), p. ej.:
«el día de conflicto» (Sal. 20:2),
«el día de su furor» (Jb. 20:20),
«el día de Jehová» (Is. 2:12; 13:6);
en el NT, el «día del Señor» significa la segunda venida de Cristo (1 Co. 5:5; 1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10).
En el contexto apropiado significa un período indefinido, como Gn. 2:4; cp. Nm. 7:84, englobando «doce» días literales (Nm. 7:12-83; etc.). (Véase TIEMPO).
En relación con esto se puede también hacer una división de los tiempos de la siguiente manera:
(I) Los días de la Ley y de los Profetas, que se extienden desde la promulgación de la Ley hasta la venida del Mesías. «Al final de estos días (Dios) nos ha hablado en (Su) Hijo», como debería leerse He. 1:2; cp. margen Revisión 1977. Esto introdujo el Día del Mesías. Pero fue rechazado y Su reino aplazado. Entretanto
(II) se interpone el Día de la Gracia, durante el cual la iglesia está siendo llamada a Él. El Señor Jesús obró la redención, ascendió al cielo, y envió al Espíritu Santo.
De este tiempo Él afirmó: «En aquel día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros» (Jn. 14:20; cp. también Jn. 16:23, 26). El actual periodo es designado como el «día del hombre» (1 Co. 4:3, literal, vertido como «tribunal humano»).
Éstos son también los «últimos días» en los que vendrían los burladores sarcásticos (2 P. 3:3; Jud. 18).
(III) El Día del Mesías, cuando vuelva en juicio y luego a reinar. «Se acerca el día» (Ro. 13:12; He. 10:25).
Entre otros nombres recibe también el de «el día grande y terrible» (Mal. 4:5). Los reyes de la tierra serán reunidos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso (Ap. 16:14). Es también llamado como «el día de Jesucristo» y «el día de Cristo» (Fil. 1:6, 10; 2:16; cp. 1 Co. 1:8; 2 Co. 1:14).
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