Nombre dado a la masa de agua que la Biblia llama mar Salado (Gn. 14:3; Nm. 34:12; Dt. 3:17; Jos. 3:16) y mar del Arabá (Dt. 3:17; Jos. 3:16) y mar oriental (Ez. 47:18; JI. 2:20; Zac. 14:8). Josefo lo llama mar de asfalto (Asfaltitis, Ant. 1:9, 1).
Ya a partir de la segunda mitad del siglo II d.C., los griegos lo llamaban mar Muerto (Pausanias). Se halla situado en la profunda depresión que cruza Palestina de norte a sur. El Jordán aporta la mayor parte de sus aguas, con una media de 6 millones de metros cúbicos por día.
La mayor profundidad del mar Muerto es de 393 m., y su nivel se halla a 398 m. por debajo del Mediterráneo. La zona meridional, donde deben hallarse sepultadas bajo las aguas «las ciudades de la llanura» (véanse SODOMA, GOMORRA), tiene sólo de 2 a 6 m. de profundidad.
Tiene una forma alargada, que se puede asimilar a la de un gran rectángulo, presentando en su costa suroriental una península llamada Lisán (Lengua) La longitud media del mar Muerto de norte a sur, es de 80 Km., pero esta longitud varía a lo largo del año por cuanto una parte de la cuenca meridional está en ocasiones seca y en ocasiones inundada.
La anchura, ligeramente al norte de En-gadí, tiene algo más de 16 Km , la superficie mide alrededor de 1.000 Km. El mar Muerto se halla rodeado de acantilados, excepto en la zona de la entrada del Jordán. En algunos lugares hay, entre los acantilados y el agua, unas estrechas playas.
En otros lugares, la costa está constituida por los mismos acantilados, que se elevan formando sucesivas terrazas, que continúan a lo largo de la zona inferior del valle del Jordán. Al oeste del mar, cerca de En-gadí, los acantilados dominan la costa a 594 m. de altura; un poco más al norte, en Ras esh Shufk, sobrepasan los 770 m.
Las vertientes de la costa occidental contienen bitumen en estado sólido y, en ciertas zonas, también líquido. En la costa oriental se elevan los escarpados montes de Moab, desde 762 a 1.000 m. por encima del nivel del mar Muerto.
El mar Muerto es una de las masas de agua más famosas de toda la superficie del Globo. No hay ningún otro mar cuya superficie esté en una zona tan profunda de la tierra. La concentración de sal en las aguas marinas oscila alrededor del 2 y 3 %, en tanto que las del mar Muerto tienen del 24 al 26 %.
Como consecuencia, los cuerpos humanos se hunden poco; al salir del agua, la piel de los bañistas queda cubierta de sal de manera que, si tiene un arañazo, le provoca un verdadero dolor. Esta concentración de sal proviene de las aguas de la lluvia que, caídas sobre los montes de Judea, llegan al mar después de haber pasado por los montes de sal de la costa suroccidental; se debe también a la naturaleza del fondo, muy rico en cloruro de sodio, de magnesio y de calcio.
El Jordán y sus afluentes, junto con otros torrentes que desembocan en el mismo mar, llevan minerales; al no haber salida, la sal se queda y se va acumulando año tras año, en tanto que el agua va desapareciendo debido a la intensa evaporación, acelerada por el ardiente aire del desierto.
El moderno Estado de Israel ha comenzado la explotación industrial de sus riquezas minerales, y se ha calculado que su acumulación podría ser suficiente para suplir durante mucho tiempo el consumo mundial de todos los materiales mencionados. No se conoce en aguas del mar Muerto ningún tipo de vida orgánica.
Sin embargo, se ha informado de la presencia de algunos peces al sur de la península «Lisán». Según el profeta Ezequiel, el sanamiento de estas aguas, y su repoblación piscícola, constituirán el símbolo de la regeneración lograda por el establecimiento glorioso del Reino de Dios (Ez. 47:6-12).
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