Moloc: Deidad nacional de los → amonitas («Milcom» en 1 Reyes 11:5; 2 Reyes 23:13 y Jeremías 49:1, 3), cuyo culto tal vez se basaba en el sacrificio de hombres, especialmente de niños. Las víctimas se colocaban vivas en los brazos enrojecidos por el fuego de la estatua hueca, de bronce, y con cabeza de becerro que representaba a Moloc. La víctima caía en el hoyo ardiente del ídolo al sonido de flautas y tambores.
En vista de lo anterior, no es extraño que en Levítico 18:21 y 20:2–5 se prohíba terminantemente participar en los ritos de Moloc. En 1 Reyes 11:31–33 se da a entender que la división del reino se debió en parte a la introducción de esta forma de culto por Salomón. La frase «pasar a su hijo por fuego» alude al horrible culto de Moloc (2 Reyes 16:3; 21:6; 23:10). Los profetas condenaron severamente esta abominación (Isaías 30:33; 57:5; Jeremías 32:35; Ezequiel 16:20; 20:26; 23:37; Miqueas 6:6, 7).
El centro cultural de Moloc estaba en el valle de Hinom, al sudoeste de Jerusalén. El sitio también se llamaba «Tofet» y fue allí donde Salomón erigió lugares altos a Moloc (1 Reyes 11:7) y donde → Acaz y → Manasés hicieron «pasar a sus hijos por fuego» (2 Reyes 16:3; 2 Crónicas 28:3; 33:6; Jeremías 32:35).
Josías destruyó el lugar (2 Reyes 23:10), pero después se reconstruyó y sirvió como centro de adoración pagana hasta la cautividad. Más tarde el valle llegó a ser el albañal de las inmundicias de la ciudad y los judíos lo llamaron «Gehenna», el → infierno o lugar de eterno sufrimiento (cf. Mateo 5:22, 29, 30; 10:28).