Oveja: Animal que desde los antiguos tiempos del nomadismo fue una de las principales fuentes de riqueza y sustento para el pueblo hebreo (Génesis 4:2; 12:16; 13:2–5; 24:35; etc.). Prueba de esto es la cantidad de nombres con que se definen el sexo, la edad y partes de las reses ovinas. Incluyendo → «carnero» y «cordero», en la Biblia hay más de 500 referencias a la oveja.
Por sus cualidades de ganado sobrio y sufrido se adaptaba fácilmente al pasto raquítico de los páramos de Palestina y era muy útil por su carne, leche, lana y cuero.
Las ovejas se cuentan entre los animales limpios y comestibles, según la Ley Mosaica (Levítico 11:2–3; Deuteronomio 12:20–21; 14:4). La oveja de raza ovis laticaudata, de cuerpo blanco, cabeza negra, cola ancha, larga y sebosa, es la que más frecuentemente se menciona en la Biblia (Levítico 3:6–9). Su carne se comía en las festividades o banquetes especiales (1 Samuel 25:18; 2 Samuel 12:4; 17:29; etc.).
El cordero macho era el animal especialmente dedicado para los sacrificios (Levítico 3:7; 12:6; 14:10–11; Números 28:2–3, etc.), y era la víctima pascual acostumbrada (Éxodo 12:3–4). Rara vez se presentaban las hembras como ofrenda (Levítico 4:32–33; 5:6).
La → leche de oveja era tan apreciada como la de vaca (Deuteronomio 32:14; Isaías 7:21–22). De su → lana se hacían los mejores vestidos, y por tanto el esquileo era una fiesta especial, de singular alegría (Génesis 38:12; 1 Samuel 25:2–3). Indudablemente la oveja servía también como objeto de cambio (2 Reyes 3:4; Ezequiel 27:18–19).
Debido a su mansedumbre (2 Samuel 12:3) y a su relativa falta de defensa (las hembras carecen de cuernos), la oveja se utilizó como símbolo literario de la persona sufrida y carente de cuidado y dirección (Números 27:17; Salmos 23:1–4; Mateo 9:36; 26:31). Su uso en los sacrificios del culto facilitó la comparación del → siervo de Jehová con la oveja que calla ante los que la trasquilan y sacrifican (Isaías 53:7).
En el Antiguo Testamento se destaca constantemente la relación entre el → pastor y la oveja. Se le compara con la relación de Dios con su pueblo (Salmos 23:1–2; Ezequiel 37:24). En el Nuevo Testamento la figura del pastor se aplica más profundamente a Cristo (Mateo 10:6; 15:24; Juan 10:1–16, 26–30, etc.). El último acto del drama de la redención es la boda del → Cordero de Dios (Apocalipsis 19:9; 21:9–14).
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