Serpiente de metal. Mientras rodeaba la tierra de Edom, durante la peregrinación por el desierto, Israel se vio castigado con una plaga de «serpientes ardientes» por causa de su rebelión contra Dios y Moisés (Nm 21.6–9). Por mandato de Dios, Moisés preparó una serpiente de bronce y la alzó sobre un asta en medio del campamento a la vista de todos, para que viviera cualquiera que la mirara con fe (cf. 1 Co 10.9, 11).
Siglos después, el rey Ezequías de Judá, un reformador religioso, «hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés porque hasta entonces le quemaban incienso … y la llamó Nehustán» (2 R 18.4).
Esta última frase es ambigua y puede interpretarse como el nombre popular de la serpiente de metal, o puede traducirse «y la llamó cosa de bronce». De cualquier manera se presenta un juego de palabras entre «serpiente» (najash) y «bronce» (nejósheth). Las supersticiones acerca de los poderes benéficos de las serpientes inspiraron esta medida enérgica de Ezequías.
Según Jn 3.14s, la serpiente de metal es tipo del «levantamiento» sobre la cruz del Hijo del Hombre (cf. Jn 8.28; 12.32s). Todo aquel que le mira con fe tendrá la vida eterna (cf. Is 45.22).