Siria. Importante país al nordeste de Palestina que constituyó una amenaza política para Judá e Israel durante la mayor parte de su historia.
No constituyó una unidad política hasta el arribo de los persas, quienes la hicieron parte de la quinta satrapía. Los griegos extendieron el nombre de Siria a toda la satrapía y distinguían dos partes: Syria Mesopotamia (que significa Siria entre ríos), que era el territorio comprendido entre el Tigris y el Éufrates, y Celesyria (que significa Siria cóncava), la costa oriental del Mediterráneo.
Cuando las dos partes de la satrapía se separaron, el nombre de Siria se reservó para la franja mediterránea.
Durante el reino de los seléucidas, Siria fue la principal provincia del reino. A fines del siglo II a.C., el Imperio de los seléucidas se vio reducido a Siria. Pompeyo conquistó Siria en 64 a.C. y la constituyó en una provincia imperial de Roma que se extendía hasta el Éufrates, desde los montes Tauro hasta la frontera con Egipto.
En el año 70 d.C., Judea, en el extremo sur de Siria, fue separada y hecha provincia bajo el mando de un legado imperial. En el Nuevo Testamento, Siria es la provincia romana al norte de Judea y sobre la costa.
La Reina Valera 1960 impropiamente traduce Siria la voz Aram, aunque los dos términos no son intercambiables, puesto que Siria no surgió como realidad política sino en el período persa. En el Antiguo Testamento Aram es el nombre del territorio de los → Arameos.
Estos aparecieron a orillas del Éufrates ca. 2000 a.C. y se extendieron por todo el Creciente Fértil ocupando el norte de Mesopotamia, zona que llamaron Aram-Naharim (Aram de los ríos) y la costa del Mediterráneo. Por toda esta comarca establecieron numerosas ciudades-estado tales como Damasco, Gesur, Maaca, etc.
El término Siria que se usa en el Antiguo Testamento designa los territorios de estos varios centros arameos, especialmente el de Damasco, que fue en tiempos de la monarquía israelita el más importante de todos ellos (→ Damasco).
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