Templo Aunque los israelitas no tuvieron un templo fijo hasta el reinado de Salomón, a veces se usa este vocablo para referirse al → Tabernáculo situado en Silo (1 Samuel 1:9; 3:3).
Durante el período de los jueces Elí y sus hijos guardaban allí el arca del pacto. Este fue el templo que los filisteos destruyeron después de la batalla de Ebenezer en la que capturaron el arca. En tiempos de Jeremías era cosa proverbial que la destrucción del santuario de Silo se debiera a la iniquidad del pueblo (Jeremías 7:12–14).
Cuando el rey David conquistó la ciudad de Jerusalén y recuperó el arca del pacto capturada por los filisteos, trajo triunfalmente el arca a la ciudad. Así estableció un nuevo lugar de culto y veneración para el pueblo de Israel.
De esta manera Jerusalén quedó consagrada como ciudad sagrada de Israel y allí, en el mismo lugar, se alzaron sucesivamente tres templos dedicados al culto divino que se conocen por los nombres de templo de Salomón, templo de Zorobabel y templo de Herodes.