Voto Promesa hecha verbalmente a un dios de hacer o dar algo que le complazca, o de abstenerse de algo como señal de devoción.
Su aspecto voluntario en Israel se ve en que no era pecado no hacer voto (Dt 23.22). Lo que se abarcaba bajo las obligaciones de la Ley no podía ser objeto de un voto, por ejemplo, los primogénitos (Lv 27.26), aunque se podía hacer voto de no redimir a uno que por la Ley gozaba del privilegio de redención (el voto de Ana referente a Samuel es ejemplo de esto).
La Biblia no aprueba los votos hechos con el propósito de comprar el favor de Dios: por ejemplo, Jacob, cuando todavía demostraba una consagración defectuosa (Gn 28.20ss), Jefté (Jue 11.30s), Saúl (1 S 14.24), Absalón (2 S 15.8). En los casos que parecen excepcionales, el deseo de honrar la voluntad divina es superior al propio provecho del que hacía el voto (Nm 21.2; 1 S 1.11; Sal 132.1–5).
La alabanza y la gratitud son el contexto aceptable de los votos (Sal 22.25; 50.14; 61.8; 65.1; etc.). Por tanto, no pueden ser ocasión para no cumplir con otras obligaciones justas (cf. Mt 15.3–6; Mc 7.9–13).
En Israel se desarrollaron muchas leyes referentes a los votos y se juntaron en el tratado de la Mishnah titulado Nedarı́m (votos). Pero la legislación bíblica se halla principalmente en Lv 7.16–17; 22.17–25; 27; Nm 15.1–10, 30; Dt 12.11; 23.18, 21–23). Estas leyes enfatizan la justicia de Dios y su santidad, además de su gracia testificada por el sistema de sacrificios. (→ Nazareo.)