Espera en Dios y Confía en El. Una reflexión cristiana por L.B. Cowman
«Bueno es el SEÑOR con quienes en él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente a que el SEÑOR venga a salvarnos» (Lamentaciones 3:25, 26).
Es más fácil trabajar que esperar.
Con frecuencia es más importante esperar que trabajar. Podemos confiar en que Dios hará el trabajo necesario mientras nosotros esperamos; pero si no estamos dispuestos a esperar e insistimos en trabajar mientras él hubiera deseado que estuviéramos quietos, podemos interferir con la obra efectiva y triunfante que él haría a nuestro favor.
Nuestra espera puede ser lo más difícil que podamos hacer, puede ser la prueba más severa que Dios nos dé.
Es verdad lo que Oswald Chambers ha dicho: Una de las tensiones más grandes de la vida es la que produce esperar en Dios. Dios toma al santo como un arco que estira; llegamos hasta cierto punto y decimos: “No lo puedo soportar más”; pero Dios continúa estirando.
Él no está apuntando a nuestro objetivo, sino al suyo, y la paciencia de los santos es que esperemos hasta que él permita que la flecha vuele directo a la meta de él.
Si estamos dispuestos a recordar el llamado y la seguridad que Dios nos da, no hay necesidad de que haya ninguna tensión mientras estemos esperando.
El tiempo del “arco estirado” puede ser para nosotros un tiempo de descanso ininterrumpido, mientras guardamos silencio ante el Señor y esperamos en él con paciencia» (Salmos 37:7).
A menos que la cuerda de un violín se estire hasta que suene cuando el arco se desliza sobre ella, no hay música. Una cuerda de violín suelta, sin tensión es inútil, está muerta, no tiene voz. Pero cuando se estira hasta que está tensa, llega al tono correcto y solo entonces es útil para el músico.
—Rvdo. A. B. Simpson
«En el eterno plan de Dios un mes, un año, es como una hora de un lento mes de abril, que contiene los gérmenes de lo que esperamos o tememos para que florezca en la distancia».
El Todopoderoso es lento, ¡pero seguro!