Nínive: Una de las más grandes y antiguas ciudades de Mesopotamia. En su esplendor fue capital de Asiria, pero desde su destrucción en 612 a.C. se convirtió en el trágico símbolo del derrumbamiento total del gran Imperio Asirio.
A pesar de la gran influencia y dominio que ejerció Asiria sobre los reinos de Israel y Judá, relaciones estas que se extendieron por más de 250 años, es sorprendente que solo se le mencione dieciocho veces en la Biblia. Sin embargo, dos libros, aunque cortos, tienen como centro de su tema principal a esta ciudad: el libro de Jonás y el de Nahum.
La ciudad estaba situada en la ribera este del Tigris, frente a la moderna ciudad de Mosul. Sus ruinas se encuentran enmarcadas entre dos grandes montículos: el de Cuyunjic y el de Nebi-Yunus, y están circundadas por una muralla cuyo perímetro mide casi 13 km. Debió, pues, haber sido una ciudad muy grande, con mucho más de los 120.000 habitantes que Jonás le atribuyó; muy posiblemente en sus mejores días pudo haber tenido unos 175.000 habitantes.
Parte de lo que fue la antigua Nínive, el montículo de Nebi-Yunus, se encuentra hoy completamente habitada, lo que hace imposible todo intento de excavación; mientras el otro montículo, que es el doble en tamaño, ha sido sometido desde 1842 a excavaciones arqueológicas.
Los hallazgos arqueológicos de Nínive han contribuido más que los de cualquier otro sitio de Asiria a descifrar la historia de ese gran imperio. Las cartas y los textos épicos, históricos, científicos y lingüísticos que se han encontrado allí constituyen un verdadero tesoro en el esfuerzo del hombre por descubrir el pasado.
El nombre de Ninua, originado de una forma anterior, Ninuwa, que se ha encontrado en los textos de Mari, parece ser la base de las citas hebreas del Antiguo Testamento. El nombre mismo parece ser de origen hurrita, y se refiere a una manifestación especial de la diosa Istar representada con un pez en el vientre. Hasta la fecha, nadie ha estudiado detenidamente la relación que esto pueda tener con el caso de Jonás, libro cuyo relato está íntegramente centrado en Nínive, y podría tratarse de una simple coincidencia.
La más antigua ocupación del sitio de Nínive data de remotos tiempos prehistóricos. Entre los más antiguos documentos se encuentra una inscripción del célebre Naram-Sin, de la dinastía acadiana. Nínive se menciona también en el prólogo del famoso Código de Hammurabi como sede del templo de Istar.
Constantes y extensos relatos de importantes edificaciones en Nínive se encuentran en las crónicas de los reyes del período medio en la historia de Asiria. La ciudad alcanzó la cúspide de su gloria en el siglo VIII a.C., cuando Senaquerib la hizo capital del imperio más rico, extenso y famoso de la época.
Cuando Asiria penetró arrolladoramente en Egipto en tiempos de Esar-hadón y Asurbanipal, Nínive no tenía rival en ninguna parte del mundo. Sin embargo, para esta época ya su fin era inminente: en el año 612 a.C., bajo un esfuerzo combinado de medos y babilonios, la ciudad fue reducida a ruinas. Nahum describe este acontecimiento con verdadera sensibilidad poética.
La más antigua mención de Nínive en la Biblia se encuentra en Génesis 10:11, 12, donde se incluye en la lista de ciudades fundadas por → Nimrod. Ya aquí se describe como: «la cual es ciudad grande». En los pasajes paralelos de 2 Reyes 19:36, 37 e Isaías 37:37, 38, tenemos una referencia histórica mucho más precisa en que se habla del trágico fin que en Nínive encontró Senaquerib.
El súbito fin de esta ciudad se halla incidentalmente mencionado en Sofonías, y en una forma más extensa y lírica en Nahum. Esta descripción nos muestra que la destrucción de Nínive fue, sin duda, un hecho verdaderamente impresionante en la historia universal de la época. En el Nuevo Testamento (Mateo 12:41; Lucas 11:30, 32) el Señor menciona a la gente de Nínive en los tiempos relatados por Jonás.
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