Refinador: El refinamiento de los metales preciosos ya se practicaba entre los mesopotámicos, egipcios, heteos, cananeos, fenicios, filisteos, árabes y hebreos desde la antigüedad. Era una metalurgia sencilla que requería solo un horno a manera de crisol y un fuelle. La escoria se separaba del metal por medio del calor y la acción de disolventes como el álcali (Zac 13.9). También era común el empleo del plomo, el cual se amalgamaba con la escoria y dejaba libre el metal deseado (Jer 6.29).
El acto de refinar es figura común en las Escrituras para presentar a Dios como el que prueba y refina al hombre, purificándolo y apartándolo de la escoria del mal (Pr 17.3; 27.21; Is 1.25; 48.10; Zac 13.9; Mal 3.2, 3). Pablo usa la figura para aludir a las pruebas de la fe en el cristiano (1 Co 3.12–15).