Riqueza

Riqueza
En el Antiguo Testamento se concibe la posesión de riqueza como signo de la bendición de Dios. La riqueza es vista como un don deseable y como recompensa a la virtud y el temor a Dios (Proverbios 3:16, etc.). Pero los profetas lucharon valientemente contra los graves abusos cometidos por los ricos (por ejemplo, Isaías 3:145:8Amós 2:64:1; cf. la actitud de Santiago 5:1ss en el Nuevo Testamento). Los problemas de las riquezas se analizan especialmente en Job, Salmos y Proverbios.

En el Nuevo Testamento hay una concepción muy diferente. Lucas parece ser fuertemente contrario a las riquezas y simpatiza con los pobres (Lucas 1:5312:13–2118:18–30, etc., → Pobreza). En los otros Sinópticos Jesús se manifiesta en el mismo sentido, pero no condena las riquezas en sí; solo señala sus peligros (Mateo 6:1913:22) y la imposibilidad de servir a Dios porque el rico se olvida de que es tan solo administrador de sus bienes (Lucas 16:12; cf. 12:16–21).

El término mamón, usado como sinónimo de riqueza, aparece más en los libros apócrifos del Antiguo Testamento y frecuentemente en el Talmud, siempre con sentido despreciativo. En Mateo 6:24 (cf. RV 1909) y Lucas 16:911 aparece personificando a un poder demoníaco al cual se somete el hombre codicioso. Lucas califica de «injusto» e «inicuo» el modo egoísta de adquirir y emplear las riquezas, y sobre todo el influjo despótico que ejerce sobre el hombre.

San Pablo habla muy poco de la posesión de riqueza, en contraste con sus muchos discursos sobre los bienes espirituales (Romanos 3:8Efesios 1:183:81 Timoteo 6:917ss). Los apóstoles son pobres pero enriquecen a muchos (2 Corintios 6:10) y, frente al supremo conocimiento de Cristo, las riquezas son insignificantes.

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