Seres vivientes. Criaturas misteriosas que aparecen en visiones. Ezequiel vio cuatro (Ez 1.5, 13ss, 19s, 22; 3.13; cf. 10.2–22) que tenían forma casi humana, pero cada una con cuatro caras: de persona, león, toro y águila.
Formaban una base alada para el trono divino; simbolizaban posiblemente el dominio de Dios sobre el hombre, que a su vez es señor del mundo animal. Estos animales son los más nobles, fuertes, sabios y ágiles de la fauna terrestre; el número cuatro sugiere la totalidad del mundo físico.
En forma simplificada, reaparecen en la visión de Juan como adoradores, junto con los veinticuatro ancianos, alrededor del trono divino. Postrados cantan sin cesar al Creador (cf. Is 6.2s) y repiten «Amén, aleluya» al Cordero.
En la apertura de los cuatro primeros sellos invitan por turno con un «ven y mira»; y uno de ellos entrega las copas a los siete ángeles que castigan la tierra (Ap 4.6–9; 5.6–14; 6.1; 7.11; 14.3; 15.7; 19.4).