Tentación

Tentación (en hebreo, masa, bahan; en griego, [ek] peirazo, dokimazo). En su uso bíblico no solo significa «inducir a pecar», sino también «someter a prueba» a una persona, que es el sentido básico de los verbos en los idiomas originales. A menudo se expresa con la metáfora de la purificación de metales preciosos en el crisol.

Dios pone a prueba a los hombres, tratándose a menudo de la fe de los suyos. Dios «tentó» (es decir, «probó») a Abraham al mandarle que ofreciera a Isaac en holocausto, y la fe del patriarca salió robustecida (Génesis 22:1Hebreos 11:17) según la norma subrayada en 1 Pedro 1:6, 7.

Hay numerosas referencias a estas tentaciones (pruebas) en la historia del pueblo de Israel (por ejemplo, Isaías 48:10Zacarías 13:9; cf. Santiago 1:12). Los creyentes debieran también probarse a sí mismos, especialmente en su estado espiritual al participar en la → Cena del Señor (1 Corintios 11:28) y en la calidad de su servicio (Gálatas 6:4).

Los hombres rebeldes se atreven a «tentar a Dios». Así los israelitas en el desierto, como recuerda el nombre de masah (Éxodo 17:2, 7, etc.). Quiere decir, que los hombres, en lugar de «esperar en Dios» con humildad y fe, intentan ver «hasta dónde pueden llegar» frente a Él con sus críticas, demandas o atrevimientos, exponiéndose a juicios ejemplares (Mateo 4:7Salmos 106:141 Corintios 10:9Hechos 5:9 y contexto).

Dentro de esta categoría se halla la malicia de los fariseos, que tantas veces «tentaban» al Señor, con el fin de enredarle en sus palabras (Marcos 12:15, etc.), pese a que les manifestaba la gloria de Dios.

Satanás tienta a los hombres. Este aspecto de la tentación roza con el misterio del reino providencial de Dios en un mundo de maldad donde permite que el → Diablo sea «príncipe» y el «espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia» (Juan 12:31Efesios 2:2, 3).

Dios no puede inducir a nadie a hacer lo malo, sino que el enemigo despierta la concupiscencia, que llega, en quien cede, al pecado y la muerte (Santiago 1:13, 14). Sin embargo, el caso de → Job enseña claramente que Dios a veces permite que Satanás someta a prueba a los siervos de Dios para conseguir los efectos benéficos arriba notados en la primera faceta (Job 1:6–122:3–7).

Debido al éxito satánico de la primera tentación del hombre, el diablo ahora dispone del → Mundo y de la → Carne (en el sentido peyorativo de estos vocablos) como aliados constantes, además de la ayuda de huestes de demonios.

Entre otros métodos se vale de los siguientes:

La tentación no se ha de confundir con el → Pecado, pues la sugerencia del mal no se convierte en pecado si no se acepta. En la tentación de Cristo, su cabal humanidad le permitió apreciar toda la fuerza de los embates del maligno, que pusieron a prueba la perfección de su persona, pero no pecó (Hebreos 4:15).

El creyente, reconociendo la debilidad de la carne, ha de pedir a su Padre: «No nos metas en tentación mas líbranos del mal» (Mateo 6:13); pero si Dios permite la prueba, el creyente no caerá si se vale de los recursos del Dios fiel, quien «no os dejará ser tentados más allá de lo que podéis sufrir … sino que dará la salida» (1 Corintios 10:13).

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