Samaria: Capital del reino de Israel entre 870–721 a.C. y, después, centro administrativo de las potencias extranjeras que una tras otra dominaron la región. Más tarde el nombre de la ciudad fue dado también a toda la región central de Palestina al oeste del Jordán entre Judea al sur y Galilea al norte.
La Ciudad:
Samaria estaba sobre un monte situado 70 km al norte de Jerusalén y 45 al este del Mediterráneo, en el camino principal entre Jerusalén y el valle de Jezreel. Por tres lados del cerro se extendían valles fértiles. Era punto fácil de defender y esto explica por qué Omri lo escogió como sitio donde construir la nueva capital del reino de Israel.
Cerca del 870 a.C., → Omri compró a Semer el monte (1 Reyes 16:24) y trasladó allí la capital que estaba en → Tirsa. Aunque Omri empezó a edificar la ciudad, la construcción se terminó durante el reinado de su hijo Acab. Los descubrimientos arqueológicos revelan que esta ciudad fue planeada y construida con un estilo digno de un rey fuerte e influyente. La casa del rey la construyeron en el punto más alto, y cerca de ella Acab edificó para su esposa Jezabel un templo dedicado a Baal.
Se han desenterrado quinientos pedazos de marfil, que probablemente pertenecieron a la casa de marfil que Acab también construyó (1 Reyes 22:39). Samaria vivió toda la furia de la guerra contra la idolatría que declararon Elías y Eliseo y la cual Jehú consumó cuando exterminó la casa de Acab (2 Reyes 10). Bajo Jeroboam II (786–746), Samaria gozó del período de mayor prosperidad (2 Reyes 14:23–29).
Samaria estaba bien fortificada y por lo tanto pudo rechazar todos los ataques del enemigo hasta que Salmanasar rey de Asiria la sitió ca. 724 a.C. Antes de rendirse, la ciudad resistió por tres años al ejército más poderoso de aquel entonces.
Una parte de la ciudad fue quemada. Los profetas (Isaías 10:9–11) y (Miqueas 1:1–7) señalaron esta destrucción como advertencia para Judá.
Después de la caída de Samaria, y según los archivos de los asirios, Sargón rey de Asiria llevó cautivos a 27.290 israelitas y repobló la ciudad con gente de otros países que había conquistado. Samaria se convirtió entonces en el centro administrativo de una provincia del Imperio Asirio.
Después de la caída del Imperio Asirio, se restableció la organización provincial y se colocó a Samaria como centro. Otras potencias extranjeras se apoderaron de la región: los caldeos, los persas, los macedonios, los ptolomeos y los seleúcidas. El rey macabeo Juan Hircano, después de haberla sitiado por más de un año, la tomó en 107 a.C. y al entrar la destruyó casi por completo.
Con el avance de los romanos, Samaria cayó bajo el poder de estos (63 a.C.) y el emperador romano, Augusto, dio la ciudad a Herodes el Grande. Este empezó inmediatamente un gran programa de construcción y la llamó Sebaste, equivalente griego de la palabra latina «augusto». Herodes mandó construir un templo dedicado al César Augusto, una plaza al estilo romano y un estadio. Esta fue la Samaria del tiempo de Jesús.
Durante la rebelión judía (66–70 d.C.), los rebeldes tomaron Sebaste y la quemaron. La ciudad quedó abandonada hasta que el emperador Severo la reedificó a fines del siglo II. Durante este período, Samaria gozó de su última época de prosperidad. Reedificaron el templo, el estadio y la plaza, y construyeron un teatro al aire libre. Son estas ruinas las que el turista ve hoy día.
Laderas de montes en terrazas en la región de Samaria, un territorio conocido por sus tierras de siembra ricas y fértiles.
La Región:
Se extiende aproximadamente 60 km de norte a sur y 50 km del este al oeste, desde la orilla meridional del valle de Jezreel hasta una línea entre Jericó por el Jordán y Ajalón en el llano marítimo.
La parte meridional tiene elevaciones relativamente altas y por eso quedaba algo aislada. El suelo fértil y la lluvia abundante hacen que la tierra sea fructífera. La parte septentrional consiste en un valle central del cual se elevan varios montes, y de estos el Ebal y el Gerizim son los más conspicuos.
El valle produce buenas cosechas de grano, y en las laderas de los montes hay olivas y uvas en abundancia (Jeremías 31:5). Se puede entrar al valle por varios lados sin dificultad, pero esta accesibilidad, si bien ha facilitado el comercio, también ha facilitado las invasiones que la región ha sufrido frecuentemente a través de los siglos.
Fue solo después de que Omri edificó la ciudad de Samaria que la región se conoció por este nombre. Como provincia asiria se llamó Samerena. Samaria ha sido el centro de la secta religiosa de los → samaritanos que ha perdurado desde el cisma en los días de Esdras y Nehemías hasta hoy.
Al parecer, Jesús y sus discípulos seguían la costumbre judía de no pasar por Samaria. No obstante, según el Evangelio de Juan, por lo menos una vez atravesaron la región (Juan 4:4ss).
Después de la resurrección de Jesucristo, los discípulos obedecieron el mandamiento que dio de ser testigos en Samaria. La predicación de Felipe, Pedro y Juan dio por resultado la fundación de iglesias en la región (Hechos 8:1–25; 9:31; 15:3).