Reflexiones cristianas para la vida diaria. Una selección de Mensajes cortos, positivos y prácticos sobre algún aspecto de la vida desde una perspectiva bíblica.
La mayoría de nosotros anhela tener una sensación de confianza y seguridad en esta vida. Vea si el siguiente escenario le describe a usted: Al final de su día o de su semana, se siente agotado.
Al poner su fe en Jesucristo, el nuevo creyente es santificado, es decir, apartado para el propósito de Dios. A diferencia de la salvación, que se produce en un instante, la santificación es un proceso que dura toda una vida.
¿Qué viene a su mente cuando escucha la frase “el llamado de Dios”? Muchas personas suponen que se refiere al llamado de Dios a las personas que deciden trabajar formalmente en las iglesias u organizaciones religiosas.
Romanos 3 comunica la esencia misma de las Sagradas Escrituras. Sin la cruz de Cristo y su muerte expiatoria, nadie puede ser declarado justo. En otras palabras, solo hay una manera de llegar a ser un hijo de Dios: por medio de la sangre del Salvador
El Señor tiene un plan grandioso para la vida de cada persona, que puede resumirse en una sola palabra: santificación. Si usted se está rascando la cabeza pensando en lo que significa ese término, no es el único.
Si usted se dirigiera al azar a cualquier persona en la calle y le preguntara si irá al cielo, muy probablemente le diría que sí. Si le pregunta por qué, lo más probable es que le mencione las cosas buenas que ha hecho.
El Señor usará el testimonio del cristiano de una manera poderosa. Cuando contamos cómo Dios nos salvó y nos transformó, el Espíritu Santo puede aumentar el interés de las personas por los asuntos espirituales, y usar nuestras palabras para ayudarlas a buscar a Cristo como su Salvador.
Todos hemos vivido algún fracaso. Pero lo que importa es cómo respondemos: ¿Nos damos por vencidos y vivimos derrotados, o creemos en que Dios nos restaurará?
A veces, nos volvemos impacientes en nuestra vida de oración. Podemos enojarnos, o simplemente darnos por vencidos y llegar a la conclusión de que Dios no nos escucha cuando no responde nuestras oraciones de inmediato o de la forma exacta que esperábamos.
Una pregunta resuena en el corazón de casi todos los cristianos en algún momento de su vida: Si Dios lo sabe todo acerca de mí, ¿por qué tengo que orar por mis necesidades?
Cuando se sufre desilusiones en la vida, es fácil culparse a uno mismo o a otros —o incluso a ambos. Con frecuencia, es difícil saber qué decir o qué hacer, por no poder identificar realmente la causa o el propósito verdadero de la decepción.
Cuando usted vio el título de la meditación devocional de hoy, imagino que pensó que se refería a Jesús. Si es así, acertó a medias. La cruz es siempre acerca de Jesús, pero los creyentes también están destinados para el sacrificio y la muerte.
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