Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
No hay virtud en nuestro arrepentimiento si no nos trae a Dios. El mero dolor por el pecado no disminuye la culpa. Puede que haya desazón pero no arrepentimiento. El arrepentimiento bíblico es una gran necesidad.
Como cristianos debemos reflexionar sobre el matrimonio, no solo debemos mostrar nuestra fe cristiana mediante acciones cristianas para con el rey, el país y los vecinos, sino también en nuestras propias casas.
Hay por lo menos ocho ocasiones diferentes donde el Señor Jesucristo nos ordena diciendo, «Sígueme», y en estas ocasiones tenemos un llamado con ocho aspectos diferentes.
Por algunos salmos, los hebreos y los cristianos han entrado hasta la misma presencia de Dios en los momentos de prueba, y han venido de allí fortalecidos. Los salmos 23 y 46 merecen nuestra esmerada consideración.