En la ofrenda de paces podemos ver a Jesús como el Camino; en la oblación, u ofrenda vegetal, a Jesús como la Verdad; en el holocausto a Jesús como la Vida. En este capítulo la ofrenda de paces nos es traída en tres aspectos.
Dejar todo por Jesús significa hallar todo en Él, y no solo buscar recompensas materiales. La parábola recalca esta importante lección, corrigiendo una mentalidad egoísta y revelando la verdadera luz del servicio a Cristo.
La mujer, generosa y posiblemente adinerada, sacrificó parte de su hogar para confortar al profeta Eliseo. Este gesto destaca la importancia de poseer lo necesario para la obra misionera.
En el camino entre Samaria y el Carmelo, la hospitalidad de la sunamita ofrecía un oasis de descanso para los peregrinos fatigados. Su sencillez y generosidad no pasaron desapercibidas ante el Señor.
En el Salmo 63, David nos invita a contemplar la naturaleza misma de nuestro deseo espiritual: una sed insaciable por la presencia de Dios. Es una búsqueda que va más allá de las necesidades físicas y emocionales, una búsqueda que solo puede ser satisfecha por el encuentro íntimo con el Creador
nuestra verdadera seguridad reside no en las armas humanas, sino en el Dios todopoderoso. Todas las otras promesas de seguridad ofrecen falsas esperanzas y son, al final, inútiles. Él ordena el caos cósmico, y la confusión da paso al reposo.
El amor de Cristo nos constriñe. ¿Qué vamos a hacer? Pues, como Jonatán, entregar los intereses de nuestras vidas a las manos de Aquel a quien Dios ha exaltado como Príncipe y Salvador. Bosquejo para Predicar
Dios tiene hijos. Israel es mi hijo. Escogido por Él, y reivindicado, por cuanto es redimido. Ahora ya somos hijos de Dios, escogidos en Él antes de la fundación del mundo. ¡Qué privilegio es éste! Todos los que reciben a Cristo vienen a ser sus hijos
El hombre no es una mera criatura de las circunstancias, como una planta. Cristo espera de nosotros que actuemos como personas razonables, que nos sentemos y contemos el costo antes de emprender ninguna seria empresa.
Paz de Dios, una paz interior. Esta paz desafía a toda descripción. Sobrepasa a todo pensamiento. Es aquella serena calma que reposa solo en Dios, y que está dispuesto a comunicarnos. Hay tres pasos para su goce.