Su Liberación. «Los libra de sus aflicciones», como sacó a Israel de Egipto cuando estaban en su mayor extremidad. «Cambia la tempestad en sosiego» cuando sube a bordo del alma atormentada. «Los guía al puerto que deseaban.
Una de las primeras condiciones para oír la Voz de Dios es cerrar la puerta (Mt. 6:6, ejemplificado en Jn. 20:19-23), y para el éxito en la obra cristiana. Naturalmente, hemos de obrar además de orar.
Cristo ha cubierto la ley quebrantada, y se ha constituido en propiciatorio para nosotros. Luego, en el «Lugar Santo» había una Mesa con su pan, significando comunión con Dios en Cristo.
La puerta abierta de la salvación. Yo soy la puerta; el que entre por medio de mí, será salvo.» Ésta es una puerta para huir de la ira de Dios, de la culpa y contaminación del pecado, y de la tiranía del yo.
La plenitud de la gracia lleva a la acción de gracias. Su deseo es darnos satisfacción de modo que seamos llevados a bendecir al Señor. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
El hecho de que verán su rostro, el día venidero es considerado por los creyentes como un privilegio inefable, porque están ahora pasando aquí abajo por las etapas preparatorias.
Su presencia con nosotros es la prenda de la prosperidad, del progreso, dela protección, de la pureza y del poder. Aquella alma o vida poseída por el santo Espíritu de Dios nunca dejará de encontrar deleite en un camino de obediencia.
La mente fría. Sed sobrios. Esto es más que un mandamiento contra la intemperancia. Es un llamamiento a los pensamientos serios. La nuestra es una era frívola, mariposeante. Pero no confundamos la seriedad con la lobreguez.
No te dejaré, si no me bendices. Una decisión tan santa nunca quedará sin bendecir. Me encontraréis cuando me busquéis de todo corazón. Grande es tu fe; hágase contigo como quieres.
Como fuego, nuestro Dios purifica. La presencia de Dios era la purificación y santificación del Templo. Es cierto hoy que cuando el Señor el Espíritu llega repentinamente al templo de nuestro cuerpo es como fuego purificador.